Cuando se menciona la víbora de cascabel más grande de Texas, más de un residente del condado de Uvalde baja la voz. El término evoca no solo una criatura imponente, sino un episodio real que ha trascendido generaciones como parte del folclore regional.
Fue durante un sofocante mediodía de julio de 1976 cuando Dale Burnham, un ranchero curtido por el sol y la tierra, realizaba tareas rutinarias de mantenimiento en los linderos de su terreno.
La víbora de cascabel más grande de Texas
Equipado únicamente con un gancho de heno improvisado y un pedazo de alambre, se encontró cara a cara con un reptil formidable: una serpiente de cascabel occidental de dimensiones extraordinarias, enroscada a la sombra escasa de un mezquite.
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Sin tiempo para dudar, Burnham reaccionó con reflejos entrenados por años en el campo. En un movimiento decidido, neutralizó al animal antes de sufrir daño alguno.
Su esposa, aún con los nervios alterados, capturó el momento con su cámara Kodak Instamatic, inmortalizando la escena que pasaría a la historia local. La serpiente medía poco más de dos metros y portaba trece cascabeles, símbolo inequívoco de edad y letalidad.
En las redes sociales, decenas de ciebernautas texanos reaccionaron a la publicación. Mientras algunos celebraban la proeza como un acto de valentía rural, otros cuestionaban el dramatismo atribuido al reptil, recordando que estas especies son más pasivas con la edad. El debate avivó aún más el mito.
Desde entonces, la víbora de cascabel más grande de Texas dejó de ser sólo una serpiente: se convirtió en emblema del espíritu ssureño, de la convivencia entre el humano y la naturaleza salvaje.