Hay un mito que ha envuelto a la música clásica desde hace décadas: este género musical puede hacer más ‘inteligentes’ a los bebés. Pero, ¿qué tan cierto es?, esta es la verdad detrás de esta creencia.
La creencia es clara: poner música clásica a los bebés provoca a la larga que los menores sean más inteligentes. Es importante señalar que este mito favorece piezas relajadas, particularmente aquellas que son interpretadas en piano o violín. ¿Qué tanto es verdad y qué tanto es exageración?
Te podría interesar
Ayuda, pero no es por ser clásica
En 1993, una unidad de psicología de la Universidad de Viena retomó todos los estudios que se han hecho sobre el llamado efecto Mozart, y no encontraron suficiente prueba para decir que los bebés que escuchan música clásica en su formación sean más inteligentes que los que no.
Jakob Pietschnig, científico encargado del proyecto académico, aceptó que hay una ligera mejora en capacidades cognitivas, pero no tenía nada que ver con la música clásica, sino en general a ser estimulados. Es decir, escuchar música, de cualquier tipo, puede hacer que el recién nacido sea capaz de hacer ciertas actividades de manera ‘prematura’, a diferencia de los que no escuchan ningún tipo de música.
Por su parte, la música clásica en adultos está ligada a la mejora de tareas espaciales, como lo son los armados de rompecabezas o resolver acertijos, lo cual es cierto y está demostrado científicamente; no obstante, el efecto apenas dura un par de horas después de haber oído alguna pieza de Mozart o Bach.
En conclusión: poner música clásica a los bebés está bien, es recomendable como parte de los estímulos que se deben dar a los niños, pero no tiene ningún efecto ‘fuera de este mundo’. Asimismo, puede ser cualquier otro artista o agrupación, siempre y cuando no altere al menor.