En Chongqing, suroeste de China, existe una carretera de apenas 458 metros que ha puesto a prueba la habilidad de miles de automovilistas. La llaman la “pesadilla de los conductores” por sus 18 curvas cerradas. Sin embargo, para los habitantes de la aldea de Minzhu, este breve y zigzagueante camino es sinónimo de progreso y esperanza.
En internet, las imágenes de la carretera Lingpaishi se han vuelto virales, despertando la curiosidad de viajeros y fanáticos de la adrenalina.
Su trazo en forma de serpiente, diseñado para vencer la abrupta geografía montañosa, hace que algunos la comparen con un videojuego de carreras en la vida real.
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Pero detrás del asfalto retorcido hay una historia de transformación social. Hasta 2012, los 137 habitantes de Minzhu estaban prácticamente aislados. Para llegar a la escuela más cercana, al hospital o incluso a los mercados, debían recorrer senderos de montaña tan empinados y peligrosos que cualquier trayecto podía convertirse en una odisea.
La construcción de la carretera no solo conectó a la aldea con el resto de Chongqing, sino que también abrió la puerta a nuevas oportunidades.
Ahora, los agricultores pueden transportar sus cosechas más fácilmente, los niños asisten a clases sin arriesgar su seguridad y los enfermos llegan con rapidez a los servicios médicos.
Lo que para algunos es un reto de conducción extrema, para otros es un símbolo de desarrollo. La Lingpaishi, con sus 18 curvas imposibles, recuerda que incluso los caminos más difíciles pueden ser la clave para mejorar vidas enteras.