El virus del chikunguña, transmitido por mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus, se ha propagado rápidamente en varias regiones del mundo, causando dolor articular y debilidad prolongada en quienes se infectan.
Este brote ha afectado ya a más de 240,000 personas en lo que va del año, con 200,000 casos en América Latina y los primeros 8,000 reportados en China.
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¿Podría el chikunguña extenderse a México?
Aunque México ya es endémico para el virus, los expertos advierten que el cambio climático y las lluvias intensas podrían aumentar la presencia de los mosquitos portadores, lo que eleva el riesgo de brotes más grandes.
En ciudades de rápido crecimiento con sistemas de agua y saneamiento irregulares, la población está más expuesta. Además, fenómenos climáticos extremos favorecen la multiplicación de criaderos de mosquitos, lo que podría facilitar la propagación del virus en zonas donde antes no se registraban casos significativos.
El chikunguña provoca fiebre, erupciones cutáneas y, sobre todo, dolor articular debilitante que puede durar meses o incluso años.
Diana Rojas Alvarez, de la OMS, señaló que muchas personas infectadas pierden temporalmente la capacidad de realizar tareas cotidianas, afectando la economía y la vida familiar.
No pueden sostener una pluma.
A diferencia del dengue o el zika, la mayoría de los infectados por chikunguña desarrollan síntomas evidentes, lo que hace más visible su impacto, aunque rara vez resulta mortal.
Actualmente existen vacunas limitadas y costosas, lo que dificulta su acceso masivo. Por ello, la prevención es clave, eliminar criaderos de mosquitos, protegerse de las picaduras y mantener vigilancia epidemiológica.
En México, donde los mosquitos Aedes ya están presentes, estas medidas serán esenciales para reducir riesgos y controlar posibles brotes.