Las precipitaciones torrenciales, inesperadas y de rápida acumulación, desbordaron los principales ríos de la región, con el río Guadalupe elevando su cauce más de 25 pies, unos 7 metros, en menos de una hora. Esta catástrofe ha dejado más de 100 muertos confirmados, incluyendo 27 menores que se encontraban en un campamento cristiano de verano.
La devastación llevó al gobernador Greg Abbott a declarar zona de desastre en 15 condados. Mientras equipos de emergencia locales intentaban responder al colapso de infraestructura y la desaparición de cientos de personas, el gobierno mexicano movilizó personal capacitado en salvamento acuático y respuesta rápida ante emergencias.
Llega rescate mexicano en Texas
Las brigadas, integradas por miembros del escuadrón de Protección Civil y voluntarios de la Fundación 911, partieron desde Acuña, Coahuila, ubicada a unos 230 kilómetros de la zona más afectada y comenzaron operaciones en Kerrville, uno de los epicentros de la emergencia.
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Las imágenes de rescatistas mexicanos colaborando hombro con hombro con autoridades texanas se han viralizado en redes sociales, provocando reflexiones sobre la interdependencia humanitaria entre ambos países, en contraste con posturas políticas aislacionistas.
Mientras tanto, las críticas sobre recortes presupuestarios a servicios meteorológicos resurgieron con fuerza, impulsadas por voces como la del senador Chuck Schumer, quien exige una investigación federal.
Las tareas de búsqueda se concentran ahora en los márgenes del río Guadalupe, donde aún se desconoce el número exacto de desaparecidos.