Donald Trump volvió a poner en el centro del debate la independencia de la Reserva Federal. En un gesto inusual, el presidente estadounidense se presentó personalmente en la sede del organismo monetario para encarar a su titular, Jerome Powell, por un supuesto desfase presupuestario en la renovación de las instalaciones.
La visita, marcada por declaraciones filosas y gestos incómodos, dejó al descubierto no solo un desacuerdo financiero, sino también una grieta política en aumento.
Donald Trump y Jerome Powell discuten en público
La controversia giró en torno al nuevo presupuesto asignado al proyecto de modernización del edificio, cuyo costo, según Trump, se disparó de 2,700 a 3,100 millones de dólares.
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Durante un recorrido conjunto por la obra, el mandatario insinuó irregularidades en la contabilidad, mientras Powell desmentía los señalamientos en tiempo real.
El cruce alcanzó su punto más álgido cuando Trump entregó a Powell un documento con cifras que el banquero rápidamente refutó, señalando que incluían una estructura concluida hace años.
La comitiva presidencial incluyó a varios funcionarios de alto nivel, como el vicejefe de gabinete James Blair, quien previamente había adelantado una revisión estricta del gasto institucional.
Retoma críticas de política monetaria
Tras la reunión, Trump retomó sus críticas a la política monetaria, insistiendo en la necesidad de reducir los tipos de interés para reactivar el mercado inmobiliario.
El trasfondo del conflicto excede el plano entre funcionarios: la disputa refleja una presión creciente desde el Ejecutivo hacia una Fed que se ha mantenido cauta ante los llamados a flexibilizar su postura frente a la inflación. Powell, por su parte, ha insistido en priorizar la estabilidad económica sobre decisiones impulsivas.