En el corazón de Texas, la I-45 parece una carretera como cualquier otra, miles de vehículos transitan diariamente sus más de 400 kilómetros entre Dallas y Galveston. Pero bajo su asfalto se esconde una historia escalofriante que ha dado lugar a documentales, series de crimen real y un miedo que aún persiste entre los locales.
Todo comenzó a finales de los años 70, cuando cuerpos de jóvenes mujeres comenzaron a aparecer en una zona pantanosa cerca de la autopista, hoy conocida como "The Texas Killing Fields".
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El área, de difícil acceso y escasa vigilancia, se convirtió en el lugar perfecto para que asesinos ocultaran sus crímenes. Desde entonces, al menos 30 mujeres han desaparecido o sido encontradas asesinadas en los alrededores.
A pesar de múltiples investigaciones incluso del FBI, la mayoría de los casos siguen sin resolverse. Las víctimas compartían un patrón: mujeres jóvenes, muchas de ellas adolescentes, que fueron vistas por última vez cerca de la carretera. En algunos casos, incluso, se sospecha de asesinos seriales que podrían haber actuado en paralelo durante los años más intensos del misterio.
Uno de los casos más conocidos fue el de Laura Smither, una niña de 12 años que desapareció en 1997 mientras corría cerca de su casa. Su cuerpo fue encontrado días después, a pocos kilómetros de la I-45, el crimen nunca fue resuelto.
Netflix lanzó en 2022 la serie Crime Scene: The Texas Killing Fields, que expone varios de estos casos. La producción atrajo la atención internacional y renovó el interés por resolver los crímenes olvidados de esta sombría autopista texana.
Hoy, activistas y familiares de las víctimas siguen exigiendo justicia, mientras que periodistas e investigadores independientes intentan reconstruir lo ocurrido.
La I-45 ha dejado de ser solo una vía de tránsito, es una herida abierta en la historia criminal de Estados Unidos, una carretera que guarda secretos y que aún no ha contado toda su verdad.