Kroger, una de las cadenas de supermercados más grandes e históricas de Estados Unidos, ha confirmado el cierre de 60 tiendas como parte de un agresivo plan de reestructuración. La noticia llega en un momento crítico, justo cuando la empresa busca concretar su polémica fusión con Albertsons, otra gigante del sector.
Este cierre masivo ha despertado preocupación en miles de clientes y trabajadores. Aunque la compañía asegura que se trata de una medida estratégica para fortalecer sus operaciones, críticos apuntan a que la verdadera razón es allanar el camino regulatorio para la fusión, ante las preocupaciones de monopolio.
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Y es que, si Kroger y Albertsons se unen, controlarían cerca del 15% del mercado nacional de comestibles, algo que ha prendido las alarmas en Washington.
Pero más allá de las cifras, la decisión tiene un impacto humano profundo. Decenas de comunidades se quedarán sin acceso cercano a alimentos frescos, y miles de empleados enfrentan la pérdida de sus trabajos.
Para muchas zonas rurales o de bajos ingresos, Kroger no era solo un supermercado, era un pilar económico y social.
La compañía no ha revelado aún la lista completa de las tiendas que cerrarán ni el número exacto de trabajadores afectados, pero se estima que los cierres comenzarán en las próximas semanas.
En un momento donde el costo de vida sigue en aumento y la competencia en el sector alimentario se intensifica, la salida de Kroger de ciertas regiones podría reconfigurar el panorama del consumo en Estados Unidos.
Lo cierto es que una nueva era se aproxima para Kroger, y para muchos estadounidenses, ese cambio podría significar mucho más que perder su supermercado habitual.