Llega el calor y lo primero que haces es encender el aire acondicionado. Pero, en lugar de sentir frescura, te invade un olor desagradable que inunda toda la habitación. ¿Te ha pasado? No estás solo: es un problema frecuente en los hogares y oficinas, y tiene solución.
La causa más común del mal olor está en la bandeja de drenaje y el desagüe interno de la unidad. Con el uso y la humedad constante, se acumulan restos de agua estancada, suciedad y, sobre todo, bacterias y moho.
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Esta combinación genera ese aroma tan incómodo, similar a humedad o incluso a calcetines sucios.
Para combatirlo, lo primero que debes hacer es una limpieza interna. Retira la carcasa del equipo (siempre con cuidado y con el equipo desconectado) para acceder a la bandeja de condensados. Límpiala con agua y jabón suave, retirando residuos visibles. También puedes desinfectarla con una solución de vinagre blanco o un producto especializado.
Otro paso clave es instalar una bomba de agua con válvula antirretorno. Este dispositivo se coloca en el sistema de drenaje y evita que el agua regrese o se acumule, lo que ayuda a mantener el interior seco y libre de malos olores. La válvula impide que la humedad regrese al sistema cuando el equipo no está en funcionamiento.
Además, no olvides limpiar o cambiar los filtros regularmente. Los filtros sucios no solo afectan la calidad del aire, también retienen polvo, bacterias y malos olores. Se recomienda hacerlo cada tres meses o incluso cada mes si el uso es constante.
Realizar este mantenimiento básico cada tres a seis meses evitará que el problema regrese y prolongará la vida útil de tu aire acondicionado. También mejorará la eficiencia energética del aparato y, sobre todo, la calidad del aire que respiras.
Así que ya lo sabes: si tu aire acondicionado huele mal, no lo tapes con aromatizantes. La solución está en la limpieza y la prevención, tu nariz (y tus pulmones) te lo agradecerán.