Luego de tres días de protestas masivas intensas, la ciudad de Los Ángeles experimenta una nueva fase en la gestión del orden urbano con la implementación de una alerta táctica por parte del Departamento de Policía (LAPD).
Esta medida extraordinaria fue anunciada el domingo tras una ola de manifestaciones que sacudió distintos sectores de la ciudad, especialmente en torno al Centro de Detención Metropolitano.
Protestas masivas en Los Ángeles contra redadas
La razón de fondo: el rechazo popular al accionar del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y la presencia de tropas federales en territorio angelino.
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Esta fase táctica representa una estrategia interna de reorganización institucional, enfocada en fortalecer la presencia de efectivos en puntos críticos mediante la extensión de turnos, la suspensión de días libres y el despliegue escalonado de unidades disponibles.
Aunque no implica una militarización formal, sí implica una mayor presión operativa sobre los cuerpos de seguridad locales. Además, se reorientan las prioridades: emergencias clasificadas como Código 2 o 3, asociadas a delitos activos o situaciones de alta urgencia, reciben atención inmediata, mientras que asuntos menores se difieren.
La movilización se produjo tras dos jornadas de intensas movilizaciones callejeras. Algunas de ellas derivaron en choques entre civiles y las fuerzas federales, con escenas de tensión y gases de dispersión. El epicentro simbólico de estas confrontaciones fue el centro de detención donde se concentran las acciones migratorias federales, custodiado por la Guardia Nacional.
Gobernador Gavin cuestiona a autoridades federales
El gobernador Gavin Newsom cuestionó la medida federal, señalándola como un gesto teatral con fines políticos. Por su parte, el expresidente Donald Trump defendió el despliegue, anunciando una expansión de presencia militar “en todos los rincones”, aunque sin especificar el alcance.
Lo cierto es que, con la declaración de alerta táctica en Los Ángeles, el clima urbano ha cambiado. Lo que inició como una protesta sectorial ha puesto a prueba la arquitectura de respuesta institucional de la ciudad y sus límites ante la tensión migratoria nacional.