En México, elegir el nombre de un hijo es mucho más que una decisión estética: para muchas familias, es un acto cargado de significado, deseos y, en ocasiones, superstición. Existen nombres que se han mantenido por generaciones no solo por su belleza sonora, sino porque se cree que atraen buena fortuna, protección o éxito en la vida.
Nombres como "Fortunato", "Esperanza", "Victoria", "Dolores" y "Benedicto" tienen raíces en significados profundamente simbólicos.
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Alma Durán, Antropóloga cultural de la Universidad Autónoma de Nuevo León, menciona que, en zonas rurales y urbanas, hay familias que eligen nombres que simbolizan la fe en un mejor futuro.
Cuando nombramos a una hija Victoria, es porque deseamos que salga vencedora ante cualquier reto.
Lo mismo ocurre con "Esperanza", muy popular en zonas rurales y urbanas, que simboliza la fe en un mejor futuro, especialmente en familias que enfrentan condiciones adversas.
Según datos del RENAPO (Registro Nacional de Población), nombres como “Esperanza” y “Victoria” han figurado de forma constante entre los más registrados en varias entidades del país durante las últimas tres décadas, en especial en estados del centro y sur como Puebla, Oaxaca y Chiapas.
Aunque “Fortunato” es menos frecuente, ha experimentado un repunte reciente entre padres jóvenes atraídos por nombres vintage con fuerza simbólica.
Los sociólogos también advierten que, aunque no hay evidencia científica que respalde que un nombre determine el destino, la carga emocional y cultural que proyecta sí puede influir en la autoestima y en cómo se relacionan los demás con la persona.
Más allá de supersticiones o creencias religiosas, los nombres con significados positivos o esperanzadores reflejan algo muy humano: el deseo de ver triunfar a las nuevas generaciones, incluso desde el primer documento que los identifica.