Aunque parezca una curiosidad viral, el uso del frijol mungo (Vigna radiata) en mascarillas faciales tiene base científica.
Estudios clínicos y patentes en Corea del Sur y China han demostrado que esta leguminosa tiene propiedades antiinflamatorias, antioxidantes e hidratantes, ideales para cuidar la piel de forma natural.
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Un estudio publicado por la Sociedad Coreana de Cosméticos desarrolló una fórmula con extracto de frijol mungo obtenido mediante extracción con fluidos supercríticos, un método que conserva mejor los compuestos bioactivos.
Los resultados mostraron que este extracto reducía visiblemente la irritación cutánea, ayudando a calmar la piel tras el contacto con sustancias agresivas.
Por otro lado, investigaciones difundidas en Frontiers in Nutrition analizaron una mascarilla fermentada a base de frijol mungo. Tras cuatro semanas de uso, los participantes notaron mejoras en la elasticidad de la piel, reducción de manchas, hidratación profunda y efecto blanqueador, sin efectos adversos. La clave está en su alto contenido en flavonoides y antioxidantes naturales.
Estos beneficios coinciden con lo que la medicina tradicional asiática ya intuía hace siglos: el frijol mungo es refrescante, desintoxicante y bueno para tratar afecciones cutáneas como el acné o las erupciones.
¿Se puede aplicar directamente en casa?
Los dermatólogos recomiendan precaución con preparaciones caseras. Aunque algunas personas mezclan frijoles cocidos o molidos con yogur o miel como mascarilla, lo ideal es usar extractos dermatológicamente aprobados.
Aun así, puedes hacer una prueba en una pequeña zona del antebrazo antes de aplicar en el rostro.
El frijol mungo ha dejado de ser solo un ingrediente de cocina para convertirse en un aliado en el cuidado facial, gracias a estudios clínicos que avalan su efecto antiinflamatorio y antioxidante. Su eficacia no es mito, sino un hallazgo respaldado por la ciencia.