Cuando el calor aumenta, nuestras emociones también pueden volverse más intensas. La agresividad y el estrés son más comunes en los días calurosos, y no es solo una sensación: hay estudios científicos que lo confirman.
Según el reconocido psicólogo Craig Anderson, autor del General Aggression Model, el calor extremo tiene un impacto directo en nuestras emociones y comportamientos.
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Su investigación demuestra que las altas temperaturas afectan nuestro autocontrol, generando reacciones más impulsivas y agresivas.
El calor actúa como un estresor ambiental que deteriora el autocontrol
Este fenómeno es respaldado por el metaanálisis de Solomon Hsiang y su equipo, publicado en Science (2013), donde se encontró que las tasas de crímenes violentos aumentan considerablemente en días calurosos. Los datos sugieren que el calor, combinado con la falta de recursos como el aire acondicionado, puede disminuir nuestra capacidad para manejar conflictos de manera racional.
El cerebro bajo presión
El calor no solo afecta nuestro estado físico, sino también el funcionamiento del cerebro. La deshidratación, típica en climas calurosos, puede alterar la química cerebral y hacer que respondamos con mayor agresividad.
En particular, el hipotálamo, la parte del cerebro responsable de regular la temperatura, también influye en nuestras emociones, lo que puede explicar por qué las personas reaccionan de manera desproporcionada ante situaciones estresantes en días calurosos.
¿Cómo evitarlo?
Aunque el calor es inevitable en algunas estaciones, pequeños cambios pueden ayudarte a mantener la calma. Mantente hidratado, evita situaciones tensas durante las horas más calurosas del día y recuerda que tu irritabilidad podría estar siendo amplificada por el entorno.
Entender cómo el calor impacta nuestro comportamiento es el primer paso para evitar caer en la trampa de la agresividad veraniega.
La próxima vez que el sol esté abrasante, tal vez sea el momento perfecto para una pausa refrescante.