Existe un pez, aparte de los escualos, que es considerado uno de los depredadores más temibles de los mares. Destaca entre las criaturas oceánicas por su asombrosa rapidez y su cuerpo aerodinámico, capaz de alcanzar hasta 48 km/h en cuestión de segundos. Muy pocos hablan de ella, pero su mordida puede ser peor que la de un tiburón | VIDEO
Aunque su feroz mandíbula y su dentadura escalofriante infunden respeto, este depredador suele evitar cualquier conflicto con las personas. Los ataques confirmados son excepcionales, pero cuando ataca sus mordidas pueden ser devastadoras.
La mordida de este pez puede ser peor que la de un tiburón
De silueta robusta y alargada, con una gran cabeza puntiaguda y ojos penetrantes, la barracuda domina los mares tropicales y subtropicales, desplazándose tanto en solitario como en impresionantes bancos coordinados.
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Aunque la mayoría de las veces cazan presas pequeñas de manera individual, en ciertas ocasiones estas criaturas se agrupan para realizar emboscadas rápidas y mortales, atrapando a cardúmenes desprevenidos en un auténtico despliegue de estrategia marina.
Es recomendable no llevar objetos metálicos en el mar pues el brillo les atrae y al confudirlo con un pez suele ser una motivación para atacar.
Uno de los rasgos más intimidantes de la barracuda es su estructura bucal: tres hileras de dientes ultra afilados, curvados hacia adentro como ganchos de acero.
Estos formidables colmillos, combinados con una mandíbula de fuerza descomunal, le permiten no sólo desgarrar a sus presas, sino también causar daños catastróficos a tejidos musculares y nerviosos en caso de mordedura. El daño que puede infligir no se limita a la piel; su potencia puede destruir músculos y severamente comprometer los nervios de la zona afectada.
A nivel ecológico, la barracuda cumple un papel esencial como depredador, regulando poblaciones de peces medianos como lisas, jureles, pargos y sardinas.
Pocos enemigos naturales se atreven a enfrentarla, entre ellos tiburones, delfines, atunes gigantes y, por supuesto, el ser humano, quien la busca mayormente como trofeo de pesca y no por su carne, debido al riesgo de intoxicación por ciguatera.
Pese a su imagen de cazadora implacable, la barracuda suele comportarse con cautela ante los buceadores, acercándose más por curiosidad que por agresividad.