Durante la última década, la cerveza artesanal se convirtió en uno de los sectores más dinámicos de la industria de bebidas en Estados Unidos.
Con una propuesta enfocada en la calidad, la diversidad de estilos y el consumo local, miles de cervecerías emergieron a lo largo del país, atrayendo a consumidores deseosos de nuevas experiencias.
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De hecho, entre 2012 y 2019, la producción de cerveza artesanal creció a tasas de dos dígitos anuales, consolidando a Estados Unidos como uno de los principales mercados de craft beer en el mundo, sin embargo, el panorama actual dista mucho de aquellos años dorados.
En 2024, la industria enfrenta una fuerte contracción, se han registrado 529 cierres de cervecerías artesanales frente a 430 nuevas aperturas, según datos de la Asociación de Cerveceros. La participación de este segmento en el volumen total del mercado se mantuvo en un 13,3%, pero la producción cayó un 4%, situándose en 23,1 millones de barriles.
Una de las afectadas es Alamo Beer Company LLC, una reconocida cervecería independiente de Texas, que recientemente se acogió al Capítulo 11 de la Ley de Quiebras para intentar reestructurar sus finanzas. La compañía, emblemática por su identidad ligada al orgullo texano, se une a otras marcas que no lograron sostenerse frente al aumento de costos operativos, la presión competitiva y el cambio en los patrones de consumo.
La crisis no es aislada: otras firmas como Weathered Souls y Busted Sandal también cerraron sus puertas en los últimos meses, mientras que Freetail Brewing dejó de distribuir productos a pesar de mantener operaciones mínimas.
La situación es similar en otras regiones. En Carolina del Norte, Cotton House Craft Brewers se declaró en bancarrota, y Brüeprint Brewing Company inició un proceso de liquidación tras reportar deudas que superaban el valor de sus activos. Incluso en Utah, marcas como Squatters Craft Beer y Wasatch Brewery anunciaron cierres definitivos.
Analistas advierten que el reto va más allá de la saturación del mercado. Altos costos de operación, rentas elevadas, problemas logísticos y un consumidor más conservador en su gasto están forzando a muchas cervecerías pequeñas a replantear su futuro, o en el peor de los casos, a decir adiós.