Dicen que el desayuno es la comida más importante del día… pero no cualquier desayuno sirve. Aunque muchos buscan comenzar su jornada con energía, es común que sin saberlo elijan alimentos que sabotean su salud desde temprano.
Según expertos en nutrición de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, varios alimentos comúnmente consumidos en el desayuno tienen bajo valor nutricional y pueden ser perjudiciales si se ingieren con frecuencia.
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Uno de los principales culpables son los cereales altamente procesados, que, aunque parecen saludables por su presentación, suelen estar llenos de azúcares añadidos y carecen de fibra. Esto provoca un pico de glucosa seguido de una rápida caída, lo que genera fatiga y sensación de hambre en poco tiempo.
La bollería industrial como donas, croissants o muffins también encabeza la lista. Estos productos contienen harinas refinadas, grasas trans y grandes cantidades de azúcar, lo que, consumido con frecuencia, incrementa el riesgo de desarrollar enfermedades como la diabetes.
Otro error común es pensar que un jugo de fruta envasado es equivalente a comer fruta fresca. La mayoría de estos jugos contienen azúcares añadidos y carecen de fibra, lo que contribuye a picos glucémicos perjudiciales.
También están en la mira las carnes procesadas como salchichas y tocino, ricas en sodio y grasas saturadas, asociadas a enfermedades cardiovasculares. Lo mismo ocurre con algunas barras energéticas que se venden como saludables, pero esconden siropes, grasas y azúcares añadidos.
Incluso el clásico café con crema, jarabes o azúcar en exceso puede ser más dañino que útil, ya que aporta calorías vacías sin valor nutricional real.
Finalmente, el popular pan blanco con mantequilla es otra combinación poco recomendada, por su bajo contenido de fibra y grasas poco saludables.
Para cuidar tu salud desde la primera comida del día, Harvard recomienda elegir opciones con proteínas magras, fibra y grasas saludables, como huevos, frutas frescas, avena, pan integral o yogur natural.
La clave está en leer las etiquetas, evitar los productos ultra procesados y preferir ingredientes frescos y balanceados.