El mandatario estadounidense, Donald Trump, oficializó este jueves el inicio del proceso de cierre del Departamento de Educación mediante una orden ejecutiva.
Su decisión, alineada con su promesa de campaña, busca devolver a los estados la plena autonomía en materia educativa, eliminando lo que considera una burocracia ineficaz.
Trump y el Departamento de Educación
Durante un evento en la Casa Blanca, el presidente explicó que la agencia federal ha generado altos costos sin reflejar mejoras en el rendimiento académico.
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En su discurso, enfatizó la necesidad de otorgar mayor control a los gobiernos estatales y locales. "Estamos devolviendo la educación a donde pertenece, a los estados. Es una decisión de sentido común", manifestó ante una audiencia compuesta por niños, funcionarios y gobernadores.
La medida, sin embargo, no implica la eliminación total de ciertos programas financiados a nivel federal. Trump aseguró que seguirán en funcionamiento los subsidios estudiantiles, la asistencia para niños con necesidades especiales y el apoyo a escuelas de bajos recursos a través del programa Title I.
El Departamento de Educación fue creado en 1979 con la intención de fortalecer la enseñanza a nivel nacional, aunque su existencia ha sido objeto de críticas recurrentes por parte del sector conservador.
Reducción de personal, el primer paso
A principios de mes, la secretaria de Educación, Linda McMahon, anunció la reducción del personal en un 50%, afectando a unos 2,000 empleados. Según sus declaraciones, este ajuste es un paso previo al desmantelamiento definitivo de la institución.
Las reacciones en contra de esta decisión no se hicieron esperar. Legisladores demócratas advierten que esta acción podría derivar en despidos masivos de docentes, recortes en programas de educación especial y un encarecimiento de la educación superior. "Estamos ante una de las decisiones más perjudiciales para nuestros estudiantes", señaló el líder de la minoría en el Senado, Chuck Schumer.
Pese a la orden ejecutiva firmada por Trump, el cierre definitivo del Departamento de Educación requiere la aprobación del Congreso, donde la oposición promete dar batalla. Mientras tanto, el debate sobre el futuro del sistema educativo en Estados Unidos continúa intensificándose.