Lo que comenzó como una tarde tranquila de windsurf terminó en una escena de terror para Andy McDonald, un experimentado surfista australiano de 61 años, quien fue arrastrado violentamente por un tiburón blanco mientras practicaba en las aguas de Margaret River, al occidente del país.
El ataque ocurrió alrededor de las 5:45 p.m. del lunes en la zona conocida como Bombie surf break, y fue captado desde la costa, según informó The Guardian.
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El ataque: “De la nada, ¡bang!”
McDonald se encontraba practicando con su tabla de hidrofoil, junto a un grupo de amigos, cuando el depredador lo embistió sin previo aviso.
“Todo era muy agradable y luego, de la nada, ¡bang!”, relató el surfista a la Australian Broadcasting Corporation, comparando el impacto con “un tren de carga” que lo lanzó por los aires.
Inmediatamente comprendió lo que ocurría: “Supe que era un tiburón. Todo se sumergió bajo el agua, yo y todo mi equipo”.
Según New York Post, McDonald admitió que durante el ataque pensó que no saldría con vida: “Creí que estaba perdido. Pensé: este es el fin, este es el momento que marca el final de mi vida”.
Lucha bajo el agua y rescate heroico
Bajo el agua, McDonald inició una lucha cuerpo a cuerpo con el tiburón, golpeándolo y forcejeando para liberarse, mientras intentaba mantener sus extremidades lejos de las mandíbulas del animal.
Su amigo Matto, que presenció el ataque, se lanzó de inmediato a ayudarlo. Juntos remaron durante 15 minutos hasta la orilla, en una carrera desesperada por sobrevivir.
Aunque el deportista salió milagrosamente ileso, su tabla de hidrofoil quedó destrozada, mostrando claras marcas de mordidas que revelan la potencia del tiburón.
Autoridades confirman: fue un tiburón blanco
McDonald, originario de Melbourne, estimó que el animal medía cerca de tres metros de largo. El Departamento de Industrias Primarias y Desarrollo Regional (DPIRD) confirmó más tarde que se trató de un tiburón blanco, especie común en la zona durante esta temporada.
Tras el ataque, se emitió una alerta de tiburón para la zona de Prevelly, cerca de Margaret River, alrededor de las 6:00 p.m., con la instrucción de cerrar playas y reforzar la vigilancia.
A pesar de la traumática experiencia, McDonald se mostró optimista y con el humor intacto: “Estoy bien, viví para contar la historia”, dijo entre risas mientras cargaba su tabla dañada en el auto.
El surfista reconoció que las secuelas psicológicas podrían afectarlo: “No creo que duerma en una semana”. Aun así, su espíritu aventurero no se ha quebrado: “Volveré al agua. Regresaré mañana mismo”.