Durante años, el vinagre de manzana ha gozado de fama como un aliado natural para adelgazar. Desde influencers hasta gurús del bienestar lo han promovido como un complemento “milagroso” para perder grasa, mejorar la digestión y controlar el apetito.
Sin embargo, los estudios más recientes sugieren que su reputación podría estar más basada en creencias populares que en evidencia científica sólida.
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Lo que dijeron los primeros estudios
En 2024, un ensayo clínico publicado en BMJ Nutrition, Prevention & Health generó gran entusiasmo al afirmar que pequeñas dosis diarias de vinagre de manzana podían reducir modestamente el peso corporal en personas con sobrepeso. La noticia se viralizó rápidamente y provocó un aumento en el consumo de este producto.
No obstante, el mismo grupo editorial BMJ Group terminó retractando el estudio tras detectar fallas metodológicas graves, entre ellas datos estadísticos inconsistentes, errores en el análisis y falta de registro del ensayo clínico. Los especialistas concluyeron que los resultados no podían reproducirse y, por tanto, carecían de validez científica.
Qué dice la ciencia actualmente
Expertos de la Mayo Clinic aclaran que no existe evidencia contundente de que el vinagre de manzana cause una pérdida de peso significativa. En el mejor de los casos, explican, su consumo puede generar una ligera sensación de saciedad y ayudar a regular los niveles de glucosa en sangre, factores que podrían reducir el apetito momentáneamente.
Sin embargo, los nutricionistas advierten que no debe considerarse un sustituto de una dieta equilibrada ni del ejercicio físico regular. Además, el consumo excesivo de vinagre puede provocar irritación estomacal, desgaste del esmalte dental y desequilibrios en el pH del cuerpo.
El vinagre de manzana puede formar parte de una alimentación saludable si se usa con moderación, pero la idea de que por sí solo ayuda a bajar de peso es un mito más de internet.