El cierre parcial del Gobierno de Estados Unidos ya comienza a afectar la seguridad y operación de los vuelos comerciales en todo el país.
La Administración Federal de Aviación (FAA) advirtió que no habría suficientes controladores en la torre del Aeropuerto Internacional O’Hare de Chicago durante la noche del martes, y que instalaciones en ciudades como Nashville, Houston, Newark, Las Vegas, Boston, Atlanta, Filadelfia y Dallas también sufrirían escasez de personal.
Te podría interesar
En Chicago, uno de los aeropuertos más concurridos de Estados Unidos, con más de 1,000 vuelos diarios, los retrasos en tierra promediaron 41 minutos para los vuelos con destino a O’Hare. Mientras tanto, la instalación de aproximación de Nashville cerró durante cinco horas, obligando a los pilotos a coordinar con centros regionales en Memphis, generando retrasos promedio de dos horas.
El secretario de Transporte, Sean Duffy, explicó que la escasez no se debe a huelgas organizadas, sino al aumento de controladores que se reportan enfermos, preocupados por la incertidumbre financiera que genera el cierre del Gobierno. Aunque los controladores aún reciben salario, temen que si el cierre continúa, el próximo día de pago afecte sus ingresos, generando ansiedad sobre cómo cubrirán gastos esenciales como hipotecas, autos y alimentación.
El sistema de control de tráfico aéreo ya enfrentaba problemas de personal antes del cierre, según el presidente de la Asociación Nacional de Controladores de Tráfico Aéreo (NATCA), Nick Daniels. La escasez provoca que incluso un pequeño número de ausencias no programadas pueda generar cierres parciales de torres, como ocurrió el lunes en el Aeropuerto Internacional Hollywood Burbank, donde los pilotos tuvieron que asumir el control de despegues y aterrizajes usando la frecuencia CTAF, un sistema de comunicación común en aeropuertos pequeños.
Aunque factible, este método reduce la seguridad, ya que los pilotos deben coordinarse entre ellos sin la guía directa de controladores profesionales. En Burbank, durante las casi seis horas de cierre, despegaron 37 vuelos y aterrizaron 33, generando retrasos de más de dos horas y media.
Otras 11 instalaciones de la FAA enfrentaron problemas similares esa noche, incluyendo torres en Phoenix, Denver, Newark, Jacksonville, Chicago, Washington e Indianápolis. En todos los casos, la falta de controladores provocó retrasos, aumento de tiempos entre aeronaves y mayor presión sobre los pilotos.
Expertos en aviación advierten que, aunque la coordinación entre pilotos puede mantener la operación, la falta de controladores eleva los riesgos, y la prolongación del cierre gubernamental podría afectar aún más la seguridad y la puntualidad de los vuelos en Estados Unidos.