HISTORIA DE LOS APÓSTOLES

Así murió San Judas Tadeo; fe, persecución y legado en la historia cristiana

El santo, apóstol y primo de Jesús, entregó su vida en defensa de su fe en tierras orientales; su muerte, narrada por la tradición católica, consolidó su figura como símbolo de esperanza ante las causas imposibles

El sacrificio de San Judas Tadeo
El sacrificio de San Judas TadeoCréditos: internet
Escrito en GLOBAL el

El martirio de San Judas Tadeo representa uno de los episodios más conmovedores del cristianismo primitivo. Este discípulo cercano de Jesús, autor de una breve carta en el Nuevo Testamento, difundió la fe en regiones que hoy corresponden a Irán y Mesopotamia.

Su valentía ante la hostilidad pagana lo convirtió, con el paso de los siglos, en un referente espiritual para millones de creyentes que lo invocan en los momentos más difíciles.

Así murió San Judas Tadeo

Las crónicas más antiguas coinciden en que su misión apostólica, compartida con San Simón el Zelote, generó una profunda transformación entre los habitantes de la ciudad de Suanir.

Su predicación provocó la conversión de muchos, pero también el enojo de los sacerdotes locales, quienes lo acusaron de desafiar las creencias tradicionales. Las autoridades, temiendo perder poder ante la expansión del cristianismo, ordenaron su captura y tortura.

De acuerdo con los relatos hagiográficos conservados en la Legenda Aurea del siglo XIII y en antiguos textos apócrifos, San Judas Tadeo fue asesinado con una alabarda, arma que en la iconografía cristiana lo acompaña como emblema de su sacrificio.

Algunas versiones señalan que antes de morir fue azotado y luego decapitado; otras narran que cayó tras recibir un golpe mortal. En tanto, su compañero San Simón habría sido crucificado o cortado en dos.

Tradición oral

Aunque las fuentes bíblicas no registran los detalles de su muerte, las tradiciones orales de los primeros siglos sostienen su testimonio como ejemplo de fidelidad absoluta.

Desde entonces, su culto se ha extendido por todo el mundo, y cada 28 de octubre la Iglesia Católica celebra su memoria junto a la de San Simón.