Antes de que la industria alimentaria multiplicara su oferta en todos los productos alimentarios, la sal era simplemente sal.
Sin embargo, con la variedad actual de opciones disponibles en el mercado, surge la pregunta: ¿cuál deberíamos elegir? ¿Existe alguna diferencia significativa entre la sal yodada, la sal marina y la sal de mesa convencional?
La sal más saludable
La doctora Iva Marques, profesora titular de Nutrición y Bromatología en la Facultad de Ciencias de la Salud y el Deporte del Campus de Huesca, arroja luz sobre estas cuestiones. Según Marques, la sal yodada debería ser nuestra primera opción, y aquí está el porqué.
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La sal, en su estado natural, contiene una variedad de elementos además del cloruro sódico. La sal marina, por ejemplo, obtenida por la evaporación del agua de mar, contiene oligoelementos como el sulfato, magnesio, potasio, azufre, calcio, bromo, bicarbonato o estroncio.
Por otro lado, la sal de roca, obtenida de explotaciones mineras, consiste principalmente en cloruro sódico y requiere un proceso de refinado antes de su consumo.
La sal rosa del Himalaya es la más cara. Se trata de un producto no refinado que se obtiene en las minas de sal de Pakistán. Contiene un 98-99 % de cloruro de sodio, con cantidades variables de minerales tales como el calcio, hierro, zinc, cromo, magnesio y sulfatos. Todos se encuentran en niveles seguros por debajo del 1%.
Estos minerales son los responsables de su color rosado.
La sal yodatada, por su parte, es sal común a la que se le agrega yodo en forma de yodato de sodio. Este añadido no altera el sabor de la sal, pero es fundamental para prevenir afecciones de la tiroides.
Es especialmente recomendada para aquellas personas que viven en regiones con suelos y aguas pobres en yodo o que tienen un bajo consumo de productos marinos, como pescado o algas.
Amplia variedad
Aunque la variedad de sales en el mercado es amplia, con opciones como la sal marina, la sal Maldon, la sal rosa del Himalaya, entre otras, la sal yodada sigue siendo la elección más recomendada por las autoridades sanitarias.
Sin embargo, es crucial tener en cuenta que el consumo de sal debe ser moderado, no superando los 5 gramos al día, ya que un exceso puede tener repercusiones negativas en la salud, como hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares.
Es importante recordar que, aunque la sal es un condimento común en la cocina, su consumo excesivo puede acarrear graves consecuencias para la salud.
Por ello, se sugiere moderar su ingesta y complementarla con otros condimentos y especias para realzar el sabor de los alimentos sin comprometer la salud.
En última instancia, la elección entre sal yodada, marina, de mesa o del Himalaya, dependerá de las preferencias personales y las necesidades dietéticas individuales, pero siempre con la premisa de mantener un consumo equilibrado y consciente.