Después de Nochebuena y Navidad, el Año Nuevo es una festividad igual de importante y mística en sus rituales para empezar el año con propósitos y metas, en beneficio de quien lo desea, por lo que para muchos el brindis con las doce uvas es el momento idóneo para pedir o llamar a la buena fortuna que los acompañara los siguientes meses.
De acuerdo con la tradición, el año se cerrará acompañado del sonido de 12 campanada, de media noche a Año Nuevo.
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En sintonía del tumbar de las últimas doce campanadas que darán inicio al Año Nuevo, se deberá de comer una uva y pedir un deseo o pensar en aquello que se quiera llegar a obtener en el nuevo ciclo, hasta llegar a las 12 de la noche.
El objetivo es tener doce metas, deseos o propósitos correspondientes a los siguientes 12 meses, por venir.
¿Cuál es el origen de esta tradición?
Esta tradición data de hace más de 100 años y existe con dos orígenes, el primero de ellos, se remonta a 1882, por un grupo de madrileños que tras notar como la clase burguesa acompañaba la llegada del año con champán y uvas durante la cena.
Los madrileños tomaron esta costumbre y al acudir a la Puerta del Sol, comieron las uvas en sintonía de las últimas 12 campanadas del año.
La segunda se registra desde 1909, pues durante ese mismo año la cosecha de las uvas fue tan próspera que los productores de estas las vendían como “las uvas de la buena suerte”, en paquetes de 12, simbolizando la misma cantidad de meses al año.