En el corazón de Ciudad Victoria, Tamaulipas, hay un lugar que no necesita anuncios espectaculares para atraer clientes, su aroma basta para guiar a locales y visitantes hasta sus mesas.
Se trata del Restaurante Jalisco, un ícono gastronómico que desde hace 76 años sirve uno de los pozoles más queridos de la región.
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Todo comenzó en 1949, cuando Doña Anita Covarrubias decidió abrir “Café Jalisco”. Su menú incluía clásicos como tacos de pollo, enchiladas y mole, pero fue el pozole el que robó los corazones.
La receta, transmitida de generación en generación, mantiene ingredientes frescos, maíz nixtamalizado a la perfección y carnes de la más alta calidad.
Con el tiempo, el negocio pasó a manos de su hijo Don Pedro, quien en 1988 cambió la ubicación y en 2003 abrió la sucursal en 14 Veracruz, que hoy es la única y original.
Allí, las mesas se llenan de tazones humeantes de pozole rojo, decorados con rábanos, lechuga, cebolla, orégano, chile en polvo y tostadas doradas que crujen al primer bocado.
El ambiente es parte de la magia
Paredes coloridas, artesanías mexicanas y música tradicional crean una experiencia que va más allá del sabor. Los fines de semana y en fechas como las fiestas patrias o el invierno, las filas son inevitables, pero quienes esperan aseguran que cada minuto vale la pena.
En un mundo donde las modas gastronómicas cambian rápido, el Restaurante Jalisco ha demostrado que la tradición, el cariño por la cocina y un buen pozole nunca pasan de moda.