La oscuridad y la provocación siempre fueron marcas registradas de Ozzy Osbourne. Antes de morir, el ex vocalista de Black Sabbath, ícono absoluto del heavy metal, tuvo oportunidad de despedirse de su público con una actuación cargada de simbolismo y memoria el pasado el 5 de julio de 2025.
Osbourne no solo deja un legado musical, sino una colección de anécdotas tan bizarras como inolvidables.
Las locuras que Ozzy Osbourne
En enero de 1982, en un concierto en Iowa, un fanático arrojó un murciélago vivo al escenario. En un acto instantáneo y visceral, el cantante lo mordió pensando que era de utilería. La escena lo envió directo al hospital para ser vacunado contra la rabia y quedó grabada en la cultura pop para siempre.
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Un año antes, durante una reunión con ejecutivos de su disquera, Ozzy protagonizó otro escándalo: tras una discusión, decapitó una paloma con la boca en plena junta.
Esta conducta, alimentada por el alcohol, las drogas y su personalidad caótica, le valió el rechazo de defensores de animales y fue tema recurrente en biografías posteriores.
No todas las historias tienen ese nivel de brutalidad, pero sí comparten la extravagancia. De joven, Osbourne solía sacar a pasear un zapato viejo como si fuera su mascota.
En los ochenta, durante una gira con Mötley Crüe, llegó a inhalar una línea de hormigas tras quedarse sin cocaína, según relató Nikki Sixx en su autobiografía.
La ciencia también quiso entender su resistencia física: un análisis genético reveló que Ozzy compartía un porcentaje elevado de ADN con los Neanderthal, lo cual explicaría su inusual tolerancia a sustancias tóxicas.
Con su última función la noche el 5 de julio, Ozzy Osbourne volvió a encarnar al Príncipe de las Tinieblas, el mito que supo convertir la demencia en espectáculo y que este día falleció, conternando el muno del heavy metal mundial.