Cuando pensamos en Saúl “Canelo” Álvarez, lo primero que viene a la mente son sus títulos mundiales, su implacable disciplina y su legado en el boxeo. Sin embargo, lejos de los reflectores y de los grandes combates, el campeón mexicano cultiva otras pasiones que revelan una faceta más íntima y equilibrada: el golf y los caballos.
Aunque su carrera lo mantiene en la élite del deporte, Canelo encontró en estos dos mundos un refugio emocional. Ambos pasatiempos muestran a un hombre competitivo, pero también conectado con la naturaleza, la familia y la tranquilidad, elementos que le permiten desconectarse de la intensidad del cuadrilátero.
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Golf: una pasión reciente pero intensa
El amor de Canelo por el golf comenzó casi por casualidad, impulsado por amigos cercanos, pero rápidamente se convirtió en un verdadero “vicio”. En entrevista con DAZN News así lo confesó.
Tan pronto como llego a casa lo primero que hago es encender la TV y buscar Golf Channel y mi mujer dice ‘¿otra vez golf?, ya pon otra cosa.
Más allá del entretenimiento, el golf le ha aportado enfoque mental y disciplina.
En el golf te tienes que controlar más, pues si tienes un hoyo malo y te enfadas, ya pierdes todo el partido.
Con el tiempo, su técnica ha mejorado, y ahora participa de manera habitual en torneos Pro-Am del PGA Tour, sorprendiendo por su potente golpeo. No obstante, reconoce que dedicarse al golf de forma profesional requiere más tiempo del que su carrera le permite.
Caballos pura sangre: herencia y tradición familiar
A diferencia del golf, su amor por los caballos nació en su infancia. Desde los seis años, Canelo comenzó a montar y cuidar caballos, una tradición que se mantiene hasta hoy con varios ejemplares pura sangre en su rancho.
Esta pasión también se ha convertido en un vínculo familiar, ya que su hija mayor, Emily Cinnamon Álvarez, practica equitación competitiva.
Los caballos representan para Canelo no solo un pasatiempo, sino una conexión con sus raíces y la familia, elementos que lo ayudan a mantenerse centrado mientras enfrenta las presiones de su vida profesional.
Entre el golf y los caballos, el campeón mexicano muestra que incluso quienes conquistan el mundo del deporte necesitan espacios de tranquilidad y retos distintos para mantener el equilibrio personal.