A escasos kilómetros de la mancha urbana de Nuevo Laredo, la familia Castillo produce su propia miel; tiene uno de los pocos apiarios en la región, que elabora y comercializa este delicioso producto.
Daniel Castillo Zúñiga tuvo contacto desde su infancia con las abejas, por lo que con el tiempo se convirtió en rescatista de colmenas en Protección Civil y Bomberos, distribuyéndolas entre apicultores locales.
Fue durante una plática con su hija Penélope Castillo que surgió la idea de dedicarse a la apicultura, oficio que ya lleva seis años de trabajo constante.
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Una colmena puede producir entre 30 y 40 kilos de miel al año, mientras que un solo panal llega a rendir hasta 600 litros. El apiario de la familia, ubicado en el rancho El Rey, cuenta con más de 15 colmenares formados a partir de rescates.
“Respetamos enjambres y trabajamos con reportes para distribuirlos entre más de 20 apicultores”, explicó Castillo.
Nuevo Laredo es el único municipio de Tamaulipas que lleva a cabo este proyecto de producción de miel a partir de rescates. Dijo que las abejas rescatadas son puestas en cuarentena para evitar la contaminación por plagas, una de las principales amenazas para la salud de las abejas a nivel mundial.
Castillo destacó que, una vez controladas, las abejas son introducidas en su apiario para producir miel de forma sostenible. Las abejas enfrentan amenazas como los pesticidas, que ponen en riesgo su supervivencia.
“Son el animal más importante: el 80% de nuestros alimentos depende de ellas”, destacó Castillo.
El protocolo de rescate evalúa riesgos, especialmente en zonas urbanas, reubicando las colmenas en áreas seguras como las márgenes del río, especialmente los panales los guarichos, abeja endémica desde Sudamérica, México y Estados Unidos forman un balón de basquetbol que se corta para su reubicación, ya que ellas no se pueden meter a la cajita (colmenar).
La familia Castillo gestiona su empresa El Colmenar, donde ofrece miel pura. Los interesados pueden contactarlos al 867- 227-2166 o 867-193-8920.
La miel pura al cristalizarse puede conservarse por años sin perder su calidad, en una labor que combina rescate, conservación y producción, demostrando que las abejas son esenciales para el equilibrio ambiental.