El cometa 3I/ATLAS no es un cometa cualquiera. Es un viajero del espacio profundo, un mensajero que cruzó distancias imposibles para irrumpir en nuestro sistema solar y dejar atónitos a los astrónomos.
Descubierto el 1 de julio de 2025 por el sistema ATLAS en Río Hurtado, Chile, este cuerpo de órbita hiperbólica se mueve a una velocidad de 66 kilómetros por segundo, una marca que confirma su procedencia de otra estrella lejana.
El cometa 3I/ATLAS
Desde su hallazgo, su comportamiento ha sido tan extraño como fascinante. A millones de kilómetros del Sol, comenzó a brillar con una intensidad fuera de lo común.
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En septiembre, su luminosidad aumentó 40 veces y su coma adoptó un tono verde esmeralda que desconcierta a los especialistas. Esa coloración, jamás observada en un objeto interestelar, podría revelar la presencia de moléculas exóticas como dióxido de carbono o metano primitivo.
El Hubble, el James Webb y varias sondas marcianas ya lo observan con precisión quirúrgica, buscando pistas sobre su origen y su composición.
Cada dato que ofrece 3I/ATLAS es una ventana hacia los procesos que podrían haber dado origen a planetas en otros sistemas estelares. Su paso cerca de Marte, a apenas 2,7 millones de kilómetros, es un acontecimiento estadísticamente casi imposible, pero científicamente invaluable.
Hay quienes piensan que es una nave
Algunos investigadores, como Avi Loeb, han insinuado que podría tratarse de un artefacto tecnológico interestelar, aunque la mayoría de los expertos sostienen que es un cometa natural.
Sea cual sea la verdad, el cometa 3I/ATLAS ya se convirtió en un símbolo de curiosidad cósmica. El universo aún guarda misterios que apenas comenzamos a comprender.