El lavavajillas es un electrodoméstico que ayuda a facilitar una de las tareas del hogar que resultan más tediosas. Como su nombre lo indica es un equipo que se encarga de limpiar los platos, vasos, cubiertos y ollas, tan solo por nombrar algunas cosas.
A pesar de su vasto uso, son muy pocas las personas que realmente saben cómo es que funcionan sus mecanismos internos. Por eso y con el objetivo de resguardar al lavavajillas de cualquier daño, se presentarán los errores más comunes que deben de evitarse para asegurar una óptima experiencia.
Lavado de platos: paso a paso
Si bien pueden haber pequeñas variaciones, por lo general los mecanismos básicos de los lavaplatos son muy similares.
Una vez que el electrodoméstico está cargado con la vajilla y se pone en funcionamiento, lo primero que hace el equipo es llenar el depósito inferior de agua. Cuando llega a su punto máximo, comienza a calentarse para facilitar el proceso de lavado.
En este punto es la primera vez que el lavatrastes va a empezar a dosificar el uso del jabón. Lo va a hacer durante todo el proceso con el fin de que el lavado sea óptimo.
Cuando finalmente la máquina está preparada para dar inicio a la higienización, empieza a lanzar el agua enjabonada con mucha presión para comenzar a remover la mugre. Dependiendo del modelo y de las funciones de lavado que se elijan, el desarrollo va a ir variando.
Al finalizar la primera etapa, el electrodoméstico elimina toda el agua, para después volver a llenar el depósito de agua y calentarla nuevamente para proceder a enjuagar todos los platos.
Una vez que toda la vajilla está reluciente, se vuelve a drenar toda el agua y se procede a secar la vajilla.
3 errores comunes
El uso del lavaplatos tiene que facilitar el proceso de limpiar la vajilla. La idea es que se tenga más tiempo y que las tareas del hogar se simplifiquen, pero muchas veces debido a que no se conoce bien cómo es que se deben de usar este tipo de equipos se termina haciendo más complicado su uso.
1. No se tiene que hacer un lavado previo
Un error muy común que se puede visualizar es que las personas pasan por debajo del chorro de agua los platos antes de llevarlos al lavavajillas. Esto no tiene sentido ya que solamente hace que se gaste más agua y se invierta mayor tiempo.
Lo único que se debe hacer es retirar los restos de comida y tirarlos en el bote de la basura. Después, solamente es necesario introducir los elementos a la máquina para que esta se encargue de realizar el trabajo.
2. No acomodar bien la vajilla
Para lograr un buen resultado es necesario que el agua pueda llegar con la misma presión a todos los rincones.
Es por ello que es importante distribuir correctamente la vajilla: en la parte inferior deben de ir las ollas y los elementos grandes y en la charola de arriba los platos, mientras que los cubiertos deben colocarse en el espacio específico que tienen destinado.
Además es recomendable no amontonar todo ni sobrecargar el equipo. En el caso de que sea necesario, lo mejor es hacer dos lavados eficientes a uno que no sea óptimo.
3. Usar productos que no son los adecuados
Cada equipo viene acompañado por un instructivo que indica con precisión cuáles son los productos que se pueden introducir en el electrodoméstico. Es importante no usar químicos ni jabones que no sean aconsejables para evitar que el lavavajillas se dañe o se rompa.
Encontrar el adecuado para cada hogar
Al igual que muchos otros electrodomésticos y equipos de línea blanca es crucial elegir el modelo adecuado teniendo en cuenta la cantidad de personas que viven en la casa y el volumen de platos que se ensucia por día.
Además es vital considerar el tamaño para asegurarse de que entre en el espacio que se tiene pensado sin ningún tipo de problema.
Por último, pero no menos importante, el equipo debe de combinar en lo posible con el resto de la cocina para lograr un ambiente agradable.