Algo común que pasa con tu celular: después de dos años de uso tu teléfono ya no carga igual, las actualizaciones ya no las cargas porque el sistema operativo ya no te lo permite y las apps ya no son compatibles.
La vida útil de los teléfonos celulares, así como de otros aparatos electrónicos de uso personal, se reduce poso a poco cada día que pasa. Están planeados para que esto suceda. Los fabricantes le llaman obsolescencia programada.
¿Qué es la obsolescencia programada?
La tecnología se hace obsoleta conforme el avance técnico y los sistemas de pensamiento evolucionan. Por esta razón, ciertos conceptos tecnológicos rápidamente son rebasados y en muy poco tiempo son cosiderados viejos o incapaces de adaptarse.
El problema viene cuando debido al consumo excesivo, la tecnología después deja de ser funcional a los pocos meses de haberse adquirido.
El ejemplo más claro son los smartphones que, castigados por los rápidos avances, son sustituidos cada 12 meses por uno “más nuevo”. Este es el claro ejemplo de lo que es la obsolescencia programada.
Nuevas versiones con cambios mínimos
Las grandes empresas mundiales dedicadas al desarrollo de estas tecnologías lanzan una nueva versión del mismo teléfono celular que a veces son mínimos, pero les generan enormes ganancias anuales.
Hay quienes piensan que la obsolescencia programada es solo una especie de teoría conspirativa. y están convencidos de que el ritmo de consumo acelerado es benéfico para la sociedad.
Desde el punto de vista de la mercadotecnia, a este fenómeno tecnológico se le entiende como una consecuencia del ánimo de satisfacción de los clientes a un producto
Quienes creen en este modelo de negocios con productos de corta duración se justifican apoyando este patrón de producción con el argumento de que “hay personas que lo siguen comprando”.
Basura tecnológica
En teoría, la corta vida de productos obligaría a las empresas a generar más y mejores productos de manera acelerada para sus clientes.
Economistas piensan que debe haber un punto medio entre ambos puntos de vista. Lo cierto es que al mismo ritmo que crece la demanda acelerada por estos productos, se genera basura electrónica que contamina los sedimentos de la tierra y el subsuelo.
Este tipo de basura tecnológica permanecerá por siglos antes de que pueda desintegrarse. Es tanto el volumen de ventas que pesar de los esfuerzos que han realizado algunas empresas para reducir el impacto ecológico, las consecuencias permanecen.