Cd. de México.- Una nueva carrera espacial, con la Luna como primera parada, es inminente. Y México debe encontrar la forma de integrarse con una participación activa.
Mientras países como Estados Unidos han declarado sus intenciones de volver a poner a un hombre en el satélite natural de la Tierra y naciones como China, India e Israel enfilan sus misiones hacia el mismo destino, ¿qué opciones tiene nuestro País para no quedar fuera y lograr hacer uso efectivo del espacio?
"Para participar de esos esfuerzos, una de dos: o como país vas a tener que tener muchísimo dinero, o contar con alguna tecnología que realmente es clave y en la que seas un especialista a nivel internacional", opina en entrevista Gustavo Medina Tanco, creador y jefe del Laboratorio de Instrumentación Espacial (LINX) del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM.
"Solo que en el sector espacial es muy difícil tratar de encontrar ese tipo de tecnología por el atraso que llevamos; tenemos 50 años de atraso en el sector espacial. ¿Cómo encontrar un nicho en todo eso?".
Así, la propuesta que el físico argentino y doctor en Ciencias ofrece ante tan enorme demanda es pequeña, pequeñísima, pero con un potencial exorbitante: la microrrobótica.
No la creación de grandes y sofisticados sistemas robotizados, cuya inteligencia artificial les permita realizar funciones que rayen en las habilidades humanas, sino piezas verdaderamente pequeñas con capacidades muy simples.
"Es muy difícil que uno pueda competir en esa área. Simplemente, (los otros países) ya van demasiado adelante. ¿Para qué iniciar carreras donde estamos tratando de copiar y perder?
Lo mejor es buscar un área donde no haya nada y tratar de nosotros ser los primeros.
"La microrrobótica sí es un área virgen en el sector espacial", precisa el experto.
Siguiendo esta idea, Medina Tanco ha liderado los desarrollos de la misión COLMENA, la primera en la historia que busca colocar sobre suelo selenita diminutos dispositivos en forma de engranes, de apenas 8 centímetros de diámetro y 40 gramos de peso, capaces de reconocerse y cumplir tareas sencillas de forma autónoma.
"Son nueve robots chiquititos que vamos a lanzar a la Luna a mediados de 2021. Estos sistemas van a ser lanzados en forma completamente aleatoria, es decir, van a ser expulsados directamente sobre la superficie de la Luna; ellos solos van a tener que empezar a detectarse entre ellos, comunicarse y navegar para juntarse.
"Nosotros no les vamos a dar nada de ayuda en ese proceso, ellos tienen que hacerlo solos. Está codificado en sus reglas de interacción", expone.
Será a través de la creación de un sistema de coordenadas propio, emitiendo una serie de frecuencias diferentes, como los robots deberán reunirse para formar un panel solar con las piezas que cada uno posee. Un ejemplo del trabajo colectivo, cual hormigas o abejas -de ahí el nombre COLMENA-, que persigue el proyecto.
El lanzamiento estará a cargo de la empresa privada estadounidense Astrobotic, y el viaje hasta la Luna durará tres meses.
Para Medina Tanco, si los dispositivos logran sobrevivir al medio interplanetario, llegar al suelo lunar y encenderse, la misión habrá sido un éxito.
Y es que el experto ni siquiera lo concibe aún como una misión, sino como la prueba de concepto de una filosofía nueva; la primera fase de un plan de desarrollo.
"Nosotros no queremos poner nueve robots en la Luna; nosotros queremos que México sea capaz de tener el nicho de microrrobótica para aplicaciones espaciales. Ese es el camino, y este es el primer paso", señala.
Realizar ensamblajes de estructuras en el espacio o incluso labores de minería desde la superficie de asteroides, todo de forma cooperativa y autónoma, son algunas de las misiones que el físico estima se podrán cumplir eventualmente a través de los enjambres de pequeños robots.
"Tenemos todo un plan de desarrollo con un objetivo donde estos primeros robots de COLMENA son los más grandes que vamos a hacer. Todo lo que venga después va a ser mucho más chiquitito, y van a ser muchos más, y van a hacer cosas mucho más sofisticadas.
"Queremos que eso sea nuestra área de especialización. Que cuando digan 'necesitamos algo que trabaje en forma cooperativa en el espacio y que tenga una escala muy pequeña, ¿quién lo hace? Pues México. Ese es el especialista'. Eso es lo que buscamos", enfatiza.
Minúsculos en comparación con los rovers, transbordadores, estaciones espaciales y bases lunares, esta colmena es una de las grandes apuestas mexicanas para finalmente ser parte de la conquista del espacio.
Pequeño gran reto
Sus dimensiones podrán ser reducidas, pero su manufactura implica un esfuerzo considerable.
"(No es) simplemente agarrar una cosa y hacerla chiquita. Es otra tecnología completamente diferente, con sus propios problemas, con sus propios desafíos, pero también con su propio espectro de oportunidad", subraya Medina Tanco.
El principal desafío está en lograr el balance óptimo entre ligereza y resistencia, pues estos menudos robots deben ser capaces de resistir el ambiente hostil de la Luna, donde no hay atmósfera, las variaciones de temperatura van de los 170 grados centígrados al Sol a los -150 en la oscuridad, y donde todo está cubierto de regolito.
Este es un polvo muy fino, abrasivo, radiactivo y cargado electrostáticamente, que se eleva hasta 30 centímetros del suelo y resulta dañino para cualquier despliegue de tecnología.
Mientras que para un robot más grande apenas sería el polvo de sus zapatos, para las miniaturas de COLMENA se trata de su medio ambiente.
Todo esto lo han tenido que considerar Medina Tanco y los cerca de 150 estudiantes que han laborado en el proyecto desde que arrancó hace tres años. Alumnos de todos niveles y carreras: ingeniería -química, petrolera, eléctrica, mecánica, electrónica, aeronáutica, mecatrónica, industrial-, física, matemáticas, actuaría, psicología, arte y diseño.
"Porque la idea es que los problemas son multidisciplinarios y deben ser atacados desde diferentes perspectivas, y gente con diferentes inclinaciones profesionales, intelectuales, pues tienen diferentes formas de percibir problemas y de idear soluciones.
"Entonces, la forma más óptima de hacerlo es juntar a esa gente de aspectos muy diferentes y ponerla a trabajar sobre un mismo problema, y surgen soluciones que así pueden ser innovadoras", refiere el experto.
Desarrollada enteramente en el LINX, la misión ha recibido apoyo de la Agencia Espacial Mexicana (AEM), del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), del Gobierno de Hidalgo y de diversas empresas de tecnología.