¿Hacia dónde la va humanidad? Esta es una simple pregunta que muchos pueden responder, pero muy pocos su destino entender, al ver que los mecanismos electrónicos ya van de la mano del ser humano, creando satisfactores, pero igual temores, pasando y por esto a ser la tecnología la espiral del miedo.
Sobre esto cabe hacer un repaso de cómo ha sido el comportamiento del ser humano en estas últimas décadas, de pasar de prácticas demasiado rudimentarias en las que el cien por ciento de las actividades recaían, se desarrollaban gracias a la sagacidad, destreza y conocimiento de los actores, a depender de instrumentos mecánicos y posteriormente electrónicos.
Muchos han de recordar al “tendero” de la cuadra, ese que, ante la compra de ese refresco, esa cajetilla de cigarrillos para el abuelo, el aceite para cocinar a la que se agregaban los dulces y galletas que se cobraban los niños o las niñas por traerle el mandado a la “jefa”, rápidamente eran sumados por el del tendajo y de memoria.
Pues para cobrar y con exactitud no necesitaba más que hacer las cuentas en la mente, pero cuando ya la mercancía era mucha, agarraba un papel de envolver y en ella y con el lápiz hacia la suma y con gran exactitud.
Casi algo similar sucedía en los grandes centros comerciales, tiendas departamentales, al saberse que estas comenzaban a cobrar con tarjetas de crédito, por lo mismo las cajeras tenían unos libritos, pero de abultadas páginas en donde aparecían todas las tarjetas existentes a nivel nacional, entonces, la cajera tenía que buscar el número de la tarjeta utilizando la misma como una guía, hoja por hoja hasta dar con ella, comprobar y de ese modo que estaba vigente y realizar el cobro.
También y para lo mismo se llegó a utilizar un pequeño aparato de metal que de una forma manual la cajera ahí colocaba la tarjeta, para después agregar un juego de papel tratado que al deslizar una palanquita se marcaban los datos de la tarjeta, en ese “voucher” se le colocaba con pluma el total de la compra y se le solicitaba al cliente la indispensable firma para su posterior cobro bancario.
Y hablando de bancos, en éstos los depósitos se hacían por medio de una libretita de “ahorros” en donde quedaba plasmada por medio de una máquina el movimiento realizado por el cliente, importe que se sumaba generando el nuevo saldo.
Pero los retiros eran más complicados, pues el cajero tenía que consultar un listado generado en muchas de las ocasiones hasta quincenalmente por la matriz bancaria, y así comparándolo contra el importe total de ahorro marcado en su libreta que nunca cuadraba, casi era de “buena fe” la entrega del dinero.
Regularmente cuando se repartía el directorio telefónico y que no llegaba a un hogar o negocio, esto sí que era un drama, entonces el padre de familia enojado, la madre enfurecida porque por teléfono no los atendían o no les hacían caso, acudían a las oficinas de la telefónica y con mucho derecho a reclamar sus directorios.
La respuesta de los empleados era tajante, ya no hay directorios, ya pasaron por su calle y ya fueron entregados a todos los usuarios, pero ante ese ausente comprobante de entrega, se pedía hablar hasta con el gerente, el que aclaraba que ellos no eran los responsables de su distribución, pero al no entender eso, a los quejosos y ya para terminar con el problema, el propio gerente terminaba por darle el que tenía en su escritorio para su personal uso.
Quien no recuerda que, en el hogar, en los roperos o vitrinas, si, en esos sitios se reservaba uno de sus cajones para guardar todos los recibos pagados de la luz, del agua, del gas, del teléfono, esto ante las fallas de cobro constantes de esos proveedores que, al no contar con registros certeros, generalmente hacían “cargos” que los usuarios o familias con cierta razón no reconocían.
Entonces, se conservaban meses y hasta años de comprobantes para en caso de un doble cargo en los servicios que tenían contratados, sacar y con mucha confianza ese viejo recibo que eliminaba de una forma tajante las intenciones de ese proveedor despistado, ante ese inesperado cargo aplicado.
Pero hoy y a tan acelerada tecnología, todo este tipo de interacción entre seres humanos está quedando poco a poco en el olvido, pues hoy el reclamo se hace interactuando con la inteligencia artificial, con contestadoras robotizadas, las máquinas agilizan las cuentas, el internet te acerca los datos y de un manera rápida y certera.
Cierto es que toda tecnología está al alcance del ser humano para usarla, pero cierto es también que ese mismo avance, esa misma interacción con la modernidad está prácticamente acorralándolo al aislarlo y de su propia sociedad.
Ante esto inevitable es que se incrementa ese temor, esa incertidumbre de pensar, reflexionar y nuevamente el preguntar, ¿Qué falta? ¿En dónde se está en estas cuestiones y hasta donde se va a llegar?, pues hoy correcto es que se está en la era de manipular a las máquinas para que le sirvan al ser humano, pero ¿acaso llegara ese día en que las máquinas manipulen al ser humano para ponerlo a su servicio?