México ya no está en el sótano del salario mínimo latinoamericano; se avanzó, sí, pero todavía estamos por debajo incluso que Guatemala.
Por años nos acostumbramos a ver cifras vergonzosas, casi de sobrevivencia, que no alcanzaban ni para la despensa de la semana. Hoy, con 417 dólares al mes, nuestro país se coloca por encima de gigantes como Brasil (273), Argentina (263) o Colombia (349). Eso, en sí mismo, ya es un cambio de época.
Claro, todavía nos falta camino por recorrer, según datos de Statista: los habitantes de Costa Rica ganan más que nosotros, en salario mínimo encabeza la lista en Latinoamérica con 726 dólares mensuales, Uruguay le sigue con 586 y Chile con 565. Incluso los salarios mínimos de Ecuador (470) y Guatemala (467) son superiores a México. El peor caso, como usted imagina es Venezuela, con salarios desplomados de menos de 2 dólares.
Ahí es donde México debe mirar, no con envidia, sino con aspiración: todavía nos falta. Además, no todos los salarios aumentaron por decreto, y en algunos casos se han estancado.
El avance mexicano no es menor. En la última década, el salario mínimo casi se ha triplicado en términos nominales. No es un milagro, es el resultado de políticas que entendieron que pagar mejor no quiebra al país, sino que lo fortalece.
Un trabajador con más ingresos consume más, produce más y vive mejor. Pero es evidente, que un salario mínimo no es suficiente, y tampoco es bueno que la mayoría gane salarios mínimos.
Ahora bien, ser realista implica reconocer la paradoja: aunque la cifra es más alta, la inflación en alimentos, transporte y vivienda todavía le muerde el bolsillo al obrero. El reto no es solo subir el salario, sino garantizar que esos 417 dólares rindan en la mesa, en el mercado y en el pago de la renta.
México tiene para avanzar. Hemos dejado de competir con el rezago y empezamos a mirar hacia adelante. El siguiente paso es claro: que el salario mínimo mexicano deje de ser “mejor que el de otros” y que los sueldos cercanos al mínimo, sea cada vez menos, para que alcance a una vida digna.
O si no, ¿Por qué los diputados no ganan el salario mínimo?
¿Usted qué opina?