Si en este momento se le preguntara a alguien quien es la persona más conocida y destacada en esta frontera, quizás su mente tarde mucho en definirlo ante esa escasez actual de talentos, ídolos, líderes, añorando y de inmediato aquellos personajes populares de Nuevo Laredo.
Y no porque no existan, o porque ya no se estén dando en estas nuevas generaciones, sino más bien a que se le está restando importancia a esa gente que verdaderamente posee ese carisma, ese admirable conocimiento o cualidad que lo hace excepcional ante los demás, dándole y en su mayoría atención a lo que ofrecen las redes sociales.
Pero comprobable es que a través de estas formas de comunicación electrónica tan solo “deambula” esa fugaz popularidad ante algo y por alguien expuesto, pero que, así como comienza, así en el olvido termina, al ser opacado, superado por otro similar con esa su más reciente publicación.
Quizás se pueda entender que esta es la nueva forma de comunicarse de la mayoría de la humanidad, por lo mismo el aceptarla tal y como viene, como se presenta es lo de hoy; innegable es que todos de este nuevo formato no tan solo son espectadores, también y en ocasiones colaboradores.
Generando y como consecuencia un círculo muy amplio de comunicación, pero a la vez muy cerrado en conocimientos que no permite desarrollar más allá de la popularidad fugaz, ocasionando que ese suceso trasmitido a través de un video, se convierta en algo que generará ese momentáneo interés, pero que se autodestruirá, olvidándose hasta del propio creador al irse perdiendo entre tiempo-audiencia.
Pero ¿Y lo que no está en las redes sociales?, lo que no se ve a través del internet sino en la vida misma, lo palpable, lo tangible, ¿Porque ya no funciona como antes?, ¿Porque esa popularidad de gente con grandes cualidades ha dejado de “existir” como tal?, ¿Será porque la nueva sociedad los ha relegado, no reconocido al no ser partícipes, al estar alejados de las redes sociales?
Ante esto no es por demás recordar aquellas épocas y no muy lejanas en donde un profesor o profesora era ante su comunidad considerado como esos personajes de mucho conocimiento, pues ante cada pregunta, ante cada evento que se observaba o admiraba, sus comentarios fluían de una manera que permitía ilustrarlo en la mente del receptor de una forma inolvidable, extraordinaria.
Rememorar de igual modo que en las propias escuelas sobre todo de nivel primaria, ahí sí que se descubrían esos talentos entre la chamacada, pues aquella niña no se le podía discutir que era muy habilidosa para brincar la cuerda, otras para dibujar, moldear, construir o pintar, aquel niño muy bueno para el béisbol, otros para las canicas, el futbol u oratoria.
Esos talentos por supuesto que los hacían populares, reconocidos por sus artes, por sus destrezas o conocimientos, generando entre la comunidad esa cadena de comentarios que con el correr de los años aun y por eso se les tenía muy presentes.
Y ya de grandes continuaban siendo tratados con mucho respeto, pues aquel niño orador se convertía en locutor al tener una voz muy timbrada y agradable que le generaba audiencia, otros se hacían grandes deportistas y de renombre en lo profesional, las mujeres sus talentos derramaban entre las construcciones y artes de su propia comunidad.
Entonces y entre la comunidad se diversificaba ese talento convertido en reconocidos abogados, doctores, arquitectos o ingenieros, por igual se le tenía el mismo respeto al del oficio como el carpintero, albañil, electricista, mecánico o vidriero, personas que los distinguía sus buenos trabajos, incluso hasta su forma peculiar de hablar, caminar y vestir.
Por lo que los comentarios en la calle, en algún espectáculo, cines, plazas o parques era el de admiración, surgiendo como el ¡mira mama! Ahí va mi profesor, o ¡papa, papa¡, ahí esta ese famoso locutor, periodista, reportero o de la redacción su director, hasta aquellos empresarios reconocidos eran por igual señalados con gran emoción.
Hasta de esos líderes sindicales era de asombro cuando y por la calle alguien tenía la suerte de toparse con ellos, por igual de ese destacado político que ante la gente del café, de ese restaurante el cordial saludo era ese inevitable enlace entre pueblo y representante, personajes que al instante todos eran reconocidos.
Cierto es que hoy en día la mayoría de los eventos se manejan a través de las redes sociales, de la interacción en medios electrónicos, pero cierto es también que ese excesivo uso está provocando esa pérdida de sensibilidad y aprecio hacia las personas, a falta de tacto y personal contacto.
Al menos en Nuevo Laredo y como recuerdo a sus propios personajes destacados a lo largo de las décadas, existen escuelas, calles, colonias, edificios públicos, murales, guarderías, aulas entre otros que se han establecido como un orgullo, como ese recuerdo, como ese respeto a dicho personaje.
Si, inevitablemente muchos ya han fallecido, pero contrariamente a lo producido en los medios electrónicos, a través de esos videos, de esos hoy famosos creadores de contenido que al momento se olvidan, esos antiguos talentos y por su popularidad, calidez y calidad de gente, entre su propia comunidad en su recuerdo y por siempre estarán presentes.