Revisando los datos sobre educación, publicados la semana pasada por La Jornada, podemos ver algunos datos, que debe ponernos a pensar, y después, actuar.
Regla 1: No podemos aspirar a un país del futuro con la educación del pasado.
Hoy, cuatro de cada diez adolescentes mexicanos de entre 15 y 19 años están fuera de las aulas. Mientras el promedio de la OCDE alcanza 84 por ciento, México se queda en 60. No son simples cifras: son jóvenes en pausa, talentos en espera, futuros que se están apagando antes de encenderse.
Regla 2: Lo que no se siembra temprano, no florece después.
Sólo 66 por ciento de los niños de 3 a 5 años acude a la escuela, muy por debajo del 85% promedio internacional, y además hemos retrocedido desde 2013. Pretender cerrar la brecha educativa cuando ya empezó en la infancia es como tratar de llenar un vaso que tiene grietas: se nos sigue escapando el futuro.
Regla 3: No basta con avanzar; hay que decidir avanzar más rápido.
Sí, cada vez más jóvenes logran terminar la educación media: en 2019, 49 por ciento no la completaba; en 2024, la cifra bajó a 41. Pero no es suficiente, porque el mundo no va a esperarnos y competir sin educación es como correr un maratón con los cordones atados entre sí.
Regla 4: No hay progreso sin presupuesto.
Mientras el gasto por alumno en países de la OCDE sube, en México baja: pasó de 4 mil 79 a 3 mil 650 dólares entre 2015 y 2022, y la proporción del presupuesto público dedicada a educación cayó de 15.8 por ciento a 13.2. Pretendemos tener resultados de primer mundo pagando como si la educación fuera un lujo y no un derecho.
Regla 5: Invertir en educación no es caro; caro es no hacerlo.
El informe de la OCDE es claro: estamos corriendo contra el tiempo, y si no tratamos la educación como prioridad nacional, México no solo se quedará atrás… se quedará solo. Porque ningún país progresa cuando deja a sus niños y jóvenes fuera del aula.
La decisión está sobre la mesa: invertir en el futuro o resignarnos al rezago.