El regreso a clases nos trae de nueva cuenta esas problemáticas muy propias de la temporada, como las quejas de los padres de familia respecto a las cuotas escolares y por supuesto, el apuro económico por el que están pasando muchos hogares.
Comenzando con el tema de las cuotas, que a este punto queda claro que no puede utilizarse para condicionar la entrada de algún alumno, pero dentro de esa noción que son la propia sociedad de padres de familia en común acuerdo con los directivos del plantel quienes determinan el monto según su criterio o necesidades, pero con frecuencia esta la cantidad es cuestionada y suele considerarse excesiva por algunos.
En este sentido, recientemente los Centros Regionales de Desarrollo Educativo (CREDE) han exhortado a estas sociedades de padres a ser transparentes en el uso de los recursos, además de congruentes, pues se trata de dinero que a algunos les ha costado mucho más poder ganarlo.
Esto se vuelve más crítico si consideramos que además de las cuotas, los padres gastan cerca de 5 mil pesos en promedio por cada alumno, claro, siendo modestos, con mochilas y útiles económicos, tal vez reutilizando algunos y ejerciendo ahorros en otros aspectos, como los zapatos, por citar un ejemplo.
Entonces, al soltar ese dinero, sin estar exento de las otras responsabilidades como el pago de servicios, gastos de alimento, transporte y en muchos casos la renta, etc., es para muchos padres un duro golpe al bolsillo y quieren estar seguros que lo que sea que les cobran de cuota sea absolutamente necesario y bien utilizado.
Ya ni hablemos de las particulares, pues ahí es otro boleto, ya que en esas instituciones los padres deben aceptar que hay una serie de requerimientos, que con el pasar del tiempo van incrementando, como ahora que algunos colegios piden tabletas de una marca específica y el pago de la licencia para una o más aplicaciones que usan ahora, ya ni se diga el uniforme, que de igual manera suele estar también estrictamente definido y con frecuencia de venta exclusivamente en el plantel.
En fin, este es solo otra más de las situaciones en las que debemos ser empáticos, entendiendo que no todos ganan el dinero con la misma facilidad y que incluso no todos tienen la solvencia para ejercer cómodamente esos gastos y que incluso suelen endeudarse para poder cumplir con la importante responsabilidad de la educación de sus hijos.