Fue en un mes de agosto, precisamente el día 13, pero de 1521, cuando Hernán conquistó Tenochtitlán y según Hugh Thomas en su interesante libro titulado La Conquista de México, el autor refiere que uno de los instantes más dramáticos de la conquista ocurre cuando Cortés asciende a la pirámide de Huitzilopochtli y derriba a los dioses mexicas. Para Thomas, el episodio cobra su verdadera dimensión, basado en el testimonio de Andrés de Tapia, quien afirma que Cortés planeó los hechos cuidadosamente ya que mandó al propio Tapia para explorar el sitio, exigiendo a los sacerdotes que colocaran inmediatamente las imágenes de Cristo y de la Virgen, y limpiaran las paredes a fin de quitar rastros de sangre. Cortés mando a uno de sus hombres a los aposentos de Moctezuma para vigilarlo.
Los historiadores Noé y Luisa Solchaga refieren en su Efemérides Mexicanas, que efectivamente el 13 de agosto se cumplen 504 años de la conquista, cundo cae Mexico-Tenochtitlan, después de un prolongado sitio y una heroica defensa mexicana al mando del emperador Cuauhtémoc. El rey azteca y los principales señores que lo acompañan son interceptados en el lago por el bergantín español del capitán García de Holguín.
Afirman los historiadores que después de la conquista de Hernán Cortés, en días posteriores llegaron varios centenares de sacerdotes al corazón de Tenochtitlan, con cuerdas y rodillos como los que empleaban los europeos para varar sus embarcaciones; subieron a la pirámide con esteras y mantas de fibras de maguey, con las que formaron un largo lecho para envolver a los ídolos Tlaloc y Huitzilopochtli para evitar que se rompieran. Al pie de las escalinatas y gradas pusieron los ídolos y sacerdotes y nobles los escondieron de tal modo que los españoles no volvieran a verlos. Se dice que nadie quería revelar su paradero, ni siquiera por dinero. Al parecer los escondieron y ocultaron en un santuario del palacio de Moctezuma y, posteriormente, en el de un noble mexica llamado Boquín de Azcapotzalco,
Cuando ya no hubo ídolos, cortés hizo limpiar los templos en lo alto de la pirámide, derrumbaron algunas paredes convirtiéndolas en una iglesia más amplia. Mientras se dedicaban a estos menesteres los castellanos se encontraron en un espacio detrás de los demás, una efigie de tamaño natural de Huitzilopochtli, hecha de maíz y otros vegetales amasados con sangre, esta era la efigie que durante los festejos sacaban y decoraban con oro y piedras preciosas pero que no adornaban el resto del lugar. Ante esto, los castellanos no corrieron riesgos esta vez y Cortés, estando en dicha ciudad, echó de un templo de los indios a los ídolos y se apoderaron de las joyas, dejando algunos otros ídolos que estaban pintados en las paredes que No se podían quitar. Poco después colocaron en ambos altares en lo alto de la gran pirámide de Tenochtitlan imágenes de la virgen María y de san Cristóbal, y es que el culto a san Cristóbal se había extendido por la Europa de fines del medioevo como patrón de los viajeros, por lo que parecía adecuado que tuviera un lugar en Tenochtitlan. Los mexicas seguramente se sentían confusos ante la gran cantidad de divinidades menores que adoraban los cristianos, no sólo san Cristóbal sino también san Antonio, san Humberto y san Benito. Sin duda alguna, la conquista cambió para siempre y para bien la historia de Mexico.
Hasta pronto.