¿Cómo cree usted, querido lector, que viajan nuestros diputados en Tamaulipas? No hace falta mucha imaginación para saber que se transportan de sus residencias a los palacios legislativos en coches y camionetas relucientes con el aire acondicionado helado, sin que les importen los calores que sufrimos el resto de los mortales.
En Hermosillo, el 95% de los camiones urbanos trae aire acondicionado. En Piedras Negras, acaban de entregar 14 unidades nuevas, todas fresquecitas, como para transportar pingüinos si se les antoja.
¿Y en Nuevo Laredo y Reynosa? Aquí seguimos en la modalidad “horno sobre ruedas”, con temperaturas que pasan de los 40 grados y un transporte público que parece castigo bíblico.
La diferencia no es un misterio: en Sonora y Coahuila es obligatorio, por ley, que el transporte tenga aire acondicionado. Allá hay reglamentos, supervisión y hasta un número de WhatsApp para reportar al chofer que apaga el clima. Aquí, si te quejas, lo más probable es que te contesten que “aguantes, y da gracias que pasó el camión”.
En Piedras Negras, el alcalde reconoció que su ciudad es una de las más calientes del país y actuó en consecuencia.
¿En Tamaulipas? Nuestros legisladores parecen vivir en un microclima imaginario, uno en el que el sol no derrite asientos, no sofoca pasajeros y no convierte cada viaje en un sauna ambulante.
La pregunta es sencilla: ¿para cuándo? No se necesita una comisión especial ni un estudio de la NASA para saber que, si afuera hay 42 grados, adentro de un camión sin aire hay más de 50.
El aire acondicionado en transporte público no es lujo: es salud, dignidad y sentido común. ¿Por qué no tenemos una ley similar en Tamaulipas? Se la pasan aprobando leyes inútiles, mientras lo que sí importa para el pueblo, a ellos no les interesa.
En otras ciudades legislan, invierten y modernizan, aquí seguimos con la misma respuesta de siempre: “Ya se está viendo”. Sí, se está viendo… cómo el sudor es gratis y el clima infernal, sin aire acondicionado.
¿Usted qué opina?