COLUMNA INVITADA

EU y la OMC: ¿reforma o rendición del multilateralismo?

Escrito en OPINIÓN el

En un mundo donde el comercio internacional debería sostenerse sobre reglas, la institución creada para garantizarlas —la OMC— opera hoy con respiración asistida. Su promesa de certidumbre, equidad y cooperación global se tambalea frente a la ofensiva unilateral de Estados Unidos y la parálisis interna de sus negociaciones clave. La pregunta ya no es si puede reformarse. Es si la dejaremos morir.

Un organismo en crisis, con señales políticas inquietantes.

La llegada de Jennifer D. J. Nordquist como Directora General Adjunta no es un movimiento técnico cualquiera. Estadounidense, cercana a la Casa Blanca y a influyentes think tanks, su nombramiento representa un gesto directo de Washington en momentos donde el multilateralismo está en entredicho. ¿Reconstrucción de puentes o caballo de Troya?

Bajo la administración Trump, Estados Unidos bloqueó el Órgano de Apelación, socavando la función de arbitraje de la OMC. Hoy, con nuevos aranceles impuestos en abril de este año, repite la receta: coerción arancelaria en lugar de negociación. La consecuencia: un repunte artificial del comercio (13.4% en importaciones de América del Norte en el primer trimestre de 2025), impulsado por compras anticipadas para evitar los nuevos impuestos. Pero detrás del aumento, solo hay distorsión y volatilidad.

Estancamiento estructural, con diagnósticos cada vez más crudos.

Ngozi Okonjo-Iweala, directora general, fue clara: “Todavía no estamos respondiendo a la petición de resultados”. La OMC está atrapada entre la inercia burocrática y la falta de voluntad política de sus miembros. Las negociaciones sobre subsidios a la pesca llevan años sin cerrarse. La agrícola, en pausa total. Y lo más preocupante: nadie parece tener prisa.

El embajador islandés Gunnarsson, que deja la presidencia de su comité, lo dijo sin rodeos: no hay camino visible para un acuerdo. Su homólogo de Pakistán, encargado del tema agrícola, reconoce que nada se moverá antes de la próxima Conferencia Ministerial… en 2026.

Entre la presión de las potencias y la resiliencia del Sur global.

No todo son sombras. En medio de la incertidumbre, África, Asia y América Latina muestran capacidad de adaptación. África, en particular, creció 9% en sus exportaciones interanuales, recordando que cuando hay acceso a mercados y reglas claras, el comercio sigue siendo motor de desarrollo.

Pero esta resiliencia ocurre dentro de un sistema debilitado. El 74% del comercio mundial aún se realiza bajo cláusulas de “nación más favorecida”. Las reglas existen… pero sin mecanismos efectivos para hacerlas valer, se vuelven letra muerta.

¿Y ahora qué? Tres claves para rescatar el sistema.

Si la OMC quiere sobrevivir —y seguir siendo útil para los países menos favorecidos— necesita reformas urgentes, no declaraciones diplomáticas. Tres acciones mínimas:

1. Reactivar el Órgano de Apelación con un compromiso vinculante de sus miembros.

2. Actualizar las reglas sobre subsidios en pesca y agricultura, bajo criterios ambientales y de competencia justa.

3. Digitalizar procesos comerciales para reducir opacidad y burocracia.

Esto no requiere unanimidad inmediata, pero sí una masa crítica de países dispuestos a liderar con el ejemplo, incluso si Estados Unidos decide mantenerse al margen.

¿Reformar o rendirse?

Estados Unidos ha pasado de ser arquitecto del sistema multilateral a su principal detractor. Mientras impulse acuerdos bilaterales y use los aranceles como diplomacia de fuerza, el tablero seguirá girando a su antojo. Pero ese modelo no es sostenible. No a largo plazo.

La Conferencia Ministerial de 2026 será el último tren. La OMC no fue creada para servir a una potencia, sino para equilibrarlas a todas. Si olvida esa misión, se arriesga a volverse irrelevante. Y el mundo —sobre todo los países más vulnerables— no puede darse ese lujo.