La gentrificación usualmente la asociamos a la llegada de extranjeros a diversas regiones de México, usualmente “gringos” retirados o cuyos trabajos permiten la modalidad remota comúnmente conocida como ‘home office’, que por su capacidad económica eleva los precios de lugares que previamente eran ocupados por ciudadanos locales; claro, usualmente éste implica que las propiedades sean rehabilitadas de una manera más estética y con esto se genera también la llegada de negocios y personas de un perfil socioeconómico distinto, desplazando gradualmente a los previos residentes, pero ¿quién es el verdadero culpable?
Para esto hay que entender que si bien lo anterior encaja en ese concepto, no se reduce a extranjeros, pues en realidad “la gentrificación es un fenómeno económico, cultural, político y social que básicamente consiste en la revaloración de barrios centrales deteriorados y habitados por población de bajos ingresos, que una vez rehabilitados se destinan a la residencia de clases medias”, y esto no se reduce a extranjeros, por lo que incluso en Nuevo Laredo podríamos estar experimentando algo similar.
Los drásticos incrementos en rentas, rehabilitación de propiedades céntricas y la escalada de precios en la venta de viviendas es un fenómeno global, pero nuestra frontera vive esta problemática de forma muy particular, y al igual que la gentrificación, está desplazando a personas que ya no pueden solventar estos precios.
Actualmente este concepto adquirió mucha notoriedad con las protestas contra la gentrificación, una de ellas de este fin de semana en la capital del país, en donde si bien tal vez había un reclamo genuino, terminó por adquirir tintes de odio al gritar consignas como “fuera gringos” al unísono.
Miles de laredenses se estarían quedando sin la ayuda alimentaria, luego de que termine de aprobarse el proyecto de ley que contempla una serie de recortes a fondos federales que incluyó a este programa que tan sólo en el sur de Texas, tiene a más de 50 mil personas inscritas.
En eso de los recortes también hay una controversia con el despido de meteorólogos, en el marco de la tragedia en Texas que ayer lunes había superado el centenar de víctimas mortales, pues la postura de Trump es de no recontratarlos a pesar de que en situaciones como la de hace unos días, la detección temprana y aviso oportuno a las comunidades, representan toda la diferencia entre la vida y la muerte.