OPINIÓN

Latinos no son criminales

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Durante las últimas semanas, en las comunidades latinas en diversas ciudades de Estados Unidos hemos visto escenas de redadas y detenciones de personas a partir de su perfil racial. Cada vez surgen más indicios de que el fondo del asunto es disminuir el porcentaje de la población latina en el país, lo cual se justifica con el mito de que se está deteniendo y expulsando a migrantes criminales.

Para la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, el racismo es la razón detrás de las redadas. La juez del Distrito Central de California, Maame Ewusi-Mensah Frimpong, en su sentencia del 11 de julio de 2025 contra funcionarios del Departamento de Seguridad Interior, consideró que las redadas violaron la Quinta Enmienda a la Constitución de Estados Unidos y ordenó detener los arrestos a partir de la apariencia racial. También ordenó parar la detención de personas por el solo hecho de hablar español o inglés con acento; por estar presentes en un lugar común de indocumentados como sitios de contratación de jornaleros o campos agrícolas; y por el tipo de trabajo que realiza la persona.

Las autoridades migratorias aducen que se están centrando en la detención y deportación de personas con órdenes de deportación o con antecedentes penales. Lo cierto es que los daños colaterales de esas operaciones, por el número de detenidos que no buscaban, las convierten en redadas. Además, se está instruyendo a fuerzas armadas, policiacas y a alguaciles de condado a realizar actividades migratorias (SB-8 de Texas), lo cual está erosionando el tejido social de comunidades con familiares migrantes. De acuerdo al American Immigration Council, 5.1 millones de niños estadounidenses viven con un familiar indocumentado.

Las redadas como las de los campos agrícolas de California donde soldados con armas de alto poder aterrorizaron y detuvieron a mujeres indefensas, no solo están golpeando a migrantes indocumentados; al producir arrestos y deportaciones de personas que no estaban buscando y que no tienen antecedentes penales o deportaciones previas, están afectando seriamente a cientos de miles de familias binacionales. De ahí las reacciones y las protestas sociales que se han presentado a lo largo y ancho del país, ante la meta de deportar a un millón de migrantes en 2025.

En Nuevo México, California y Texas la mayoría de la población es latina. En otros estados como Illinois, Nueva York, Colorado, Nevada, Arizona y Florida, ha habido un constante crecimiento de la población latina durante las últimas décadas. Para los nativistas y los racistas, esta situación es insostenible; por eso desde hace varios años han ido construyendo un movimiento que en la actualidad se encuentra en su cenit. La eliminación del programa de admisión de refugiados construido en 1980, que cerró la frontera a los refugiados latinoamericanos en busca de asilo, contrasta con la excepción para abrir la puerta a refugiados blancos de Sudáfrica que se sienten amenazados por la mayoría negra en el gobierno.

El movimiento nativista impulsado desde inicios de siglo por Samuel Huntington y Patrick Buchanan, entre otros ideólogos de esta corriente de pensamiento, tiene focalizados a los latinos como la principal amenaza étnica a la supremacía anglosajona. A pesar de que ningún ser humano es ilegal porque la ilegalidad recae en las acciones, a las personas indocumentadas se les llama extranjeros ilegales (illegal aliens) para diferenciarlos claramente del nativo, para que se facilite su criminalización, su desprestigio y se justifique su persecución y su deportación.

Esta política se está acercando peligrosamente a un escenario de limpieza étnica como los que vimos en Europa del Este durante la desintegración de Yugoslavia, en un intento desesperado por detener el cambio en el rostro demográfico de Estados Unidos. 

Los nativistas omiten hablar y tratan de encubrir las grandes contribuciones de los migrantes latinos a la economía y a la sociedad estadounidenses. Lejos de ser un grupo étnico de criminales, los latinos de Estados Unidos son hoy uno de los pilares que sostienen la economía. De acuerdo a la Universidad de California, su contribución al PIB del país en 2023 fue de 4.1 billones de dólares. Para valorar en su justa dimensión ese aporte, esa cantidad de riqueza que produjeron en 2023, equivale a cinco veces el total del comercio de Estados Unidos con México su socio comercial número uno, el cual en 2024 rondó los 800 mil millones de dólares. Por eso si los latinos de Estados Unidos fueran un país independiente, tendrían la quinta economía más grande del mundo.

Los nativistas también omiten mencionar que los trabajadores indocumentados pagaron en 2022, 96.7 mil millones de dólares en impuestos federales, estatales y municipales, lo cual muestra que la inmensa mayoría son gente productiva que está lejos de representar una carga pública. De igual forma, omiten reconocer que un sistema migratorio obsoleto y roto, ha sido una fuente del crecimiento de la migración indocumentada por décadas, porque miles de empleadores y de hogares se han beneficiado de esa situación. Si hubiera disponibles las visas equivalentes a la demanda de empleos que los ciudadanos no quieren asumir en este país, los migrantes no arriesgarían su vida, ni vivirían en las sombras. Aquí no solo hay una corresponsabilidad sino una doble moral que encubre beneficios obtenidos de la migración indocumentada durante décadas.

Finalmente, el argumento de que la frontera abierta propició una invasión de migrantes los últimos cuatro años, es un mito que consiguió muchos votos. El propio Departamento de Seguridad Interior considera que el 79% de las personas indocumentadas ha vivido en Estados Unidos por 12 o más años.

Estados Unidos requiere trabajadores del exterior, pero no tiene un sistema migratorio que regule su ingreso temporal. Mientras no se resuelva ese problema interno, la demanda de empleos en actividades que los ciudadanos no están dispuestos a cubrir, seguirá atrayendo trabajadores indocumentados. Al tiempo.

*Cónsul General de México en Laredo, Texas.