PASADIZO SECRETO

Los bienes, ¿solucionan los males?

Escrito en OPINIÓN el

Al menos en México se inculca a todos sus ciudadanos la cultura de la propiedad, entonces el ser “dueño” de todo involucra ese sentimiento de superioridad económica, de satisfacción personal, ante esta actitud se podría entender que entonces los bienes ¿solucionan los males?

Hace algunas décadas aquí en Nuevo Laredo era costumbre que el trabajador asalariado pusiera su sueño en comprarse esa casa de madera, si de esas que construían en serie las madereras, entonces y para lo mismo el enfoque principal era pagar primero ese terrenito firmando 80 letras de igual cantidad mensualmente, que con esto y al término, se sentía satisfecho de poseer la propiedad de ese alejado predio.

Años más tarde, y al obtener esa estabilidad de hogar y de patrimonio, el jefe de familia se la “jugaba” por decir así en adquirir ahora un solarcito enclavado en pleno monte, ese que complementara la alegría de la familia.

Pero los que trabajaban al “otro lado” tenían otra visión pues éstos contaban con más poder económico, regularmente compraban media esquina y ahí construían una serie de casas de vecindad para su renta, pero en la primera colocaban una tienda de abarrotes como ese complemento a su economía.

Los comerciantes y empresarios más adinerados, su costumbre era el adquirir terrenos dentro y a las afueras de la ciudad ya que sabían que algún día su plusvalía crecería, y no se equivocaban, pues al correr de los años y el crecimiento poblacional de Nuevo Laredo, su venta les redituaba ganancias muy superiores a lo que les había costado.

Ante esto, es triste ver cómo es que la propiedad aleja a las familias, crea conflictos, incluso provoca que dichos bienes no se puedan ocupar, poseer, vender, permaneciendo en consecuencia esos predios años o décadas en total abandono, que las mismas leyes legales fastidian con tantos artículos que al final del día confunden o alargan un simple y tan claro trámite o problema.

Muchas personas por supuesto con el esfuerzo de su trabajo lograron construir si grandes hogares, residencias, negocios, sin embargo, causa en verdad un sentimiento el ver que al final de sus días muchos no las pueden mantener, atender, pagar las variadas responsabilidades, obligaciones que esta genera.

Ante esto surgen esas preguntas obligadas ¿Vale la pena entonces como mexicanos el poseer una propiedad?, ¿Esa idea que se le vende al mexicano desde que comienza su vida laboral de poseer es correcta? O ¿Existen otros mecanismos de vida, de “tener” y disfrutar de un bien sin necesidad de comprarlo?

Actualmente en los Estados Unidos de Norteamérica, propiamente el anglosajón lleva más de cuatro décadas “sacudiéndose” esa pésima idea de poseer en propiedad ese carro, una casa, por lo que han estado optando por rentar en lugar de comprar.

Entonces el ocupar un departamento en renta no tan solo los retira de pleitos de herencias, les da esa libertad de cambiarse el día que gusten hacia ese otro sector de su ciudad o de su estado, el tener a su disposición un carro que lo puede cambiar año con año por otro más moderno y que tan solo se preocupan por su renta mensual es lo novedoso, incluso los enseres de sus hogares son en su mayoría alquilados.

En la misma China en el caso de las viviendas sociales ahí no existe la propiedad, la tienes, la posees, vives en ella, sí pero tan solo por un término de setenta años, si en ese transcurso de tiempo es demolido por alguna cuestión o si así lo considera el gobierno por alguna obra o proyecto, entonces te trasladará a otro lugar pero nunca será tuyo, evitándose así todo proceso como las mismas herencias.

México en cuestión de propiedad recarga sobre sus leyes y reglamentos infinidad de trámites, de pergaminos y pergaminos llenos de textos que a cualquiera enloquece, son documentos “inquisitorios” que se escriben y transcriben para el solo hecho de acreditar, traspasar, vender, donar.

Por lo mismo y al igual que en Tamaulipas estos trámites son demasiado lentos, requisitosos, claro se dice que para darle ese concepto de inviolabilidad o que sean inatacables para brindarles esa certeza jurídica al titular, pero visto es que o no se quiere o no se ha podido actualizar, hacer más claro, en consecuencia, menos tedioso ese proceso.

Cierto antes las casas de los mexicanos eran enormes, de grandes terrenos y no porque fueran baratas o de fácil acceso, sino porque cierto es también que las familias eran en verdad numerosas con hasta dieciocho hijos; entonces hoy la cultura de la propiedad debe de ir en el mismo rumbo, aparejado con la nueva forma de vida de la familia, al comprobarse que hoy se tienen tan solo de dos a tres hijos.

Con esto por supuesto que no se trata de imponer algún otro modelo extraído de otro país, como el norteamericano o chino, sino más bien el ya ir redefiniendo, dirigiendo ese concepto de la propiedad hacia otro rumbo menos agresivo familiarmente hablando, más tolerable en cuestiones de trasmisión o posesión, por lo que el ir cambiando la mentalidad de las nuevas generaciones a la no propiedad quizás sería para muchos un buen inicio.