Muchos males imperan en la vida, lo sabemos, desde los personales, locales, nacionales y del mundo entero. Uno de los más sonados y por no decir ignorados es el tema del medio ambiente. Ya más expresamente el agua. Se nos dan estadísticas de consumo, utilidad y cantidad en la elaboración de productos y de posibles carencias del suministro. Cada vez somos más población en crecimiento y más reducción en conciencia.
Se supone que a mayor edad por lógica seriamos seres pensantes con un amplio sentido común, más sabios, coherentes y propositivos por la experiencia de vida; pero parece que no. Lo explico: En mi trayecto al trabajo me he topado con gente adulta mayor que religiosamente a diario riegan con la manguera la banqueta y calle de su casa, un caminito de agua deslizándose casi dos cuadras. Yo recuerdo que en mis épocas de estudiante me enseñaron que debíamos barrer y con una cubeta de agua limpiar los frentes de nuestras casas. Es algo que se debe seguir practicando. Se me viene a la memoria el comercial de antaño de una cadena de televisión tradicional en México, que en el mensaje referente al agua que hace el niño decía: “CIÉRRALE!!” acompañado de un movimiento de mano semejando el cierre de la llave. Considero que debe de tener vigencia en la actualidad, ya que las nuevas generaciones no vienen con un chip integrado de concientización y de uso racional del agua.
Entonces, ahora con el paso del tiempo es menester que continuemos con ese hábito, deber y compromiso de cuidar el agua. El agua, ese vital líquido, ese recurso natural que es vida en todos los sentidos. Como algunos saben que soy una aguerrida persona defensora de nuestra casa terrenal, el medio natural, me topaba con toda clase de comentarios al respecto del agua: “Las próximas guerras serán por el agua”, “El litro de agua costará aún más que la gasolina”, “Diles algo a las personas y te dirán que por eso la pagan”; y así ese tipo de comentarios que no aportan ni ayudan a cambiar el concepto de respeto y aprecio por el agua. Al contrario, lo normalizan y aceptan.
Se hace un uso inconsciente e indiscriminado del agua. Al bañarse, al lavar las vasijas, al meter lavadoras a medias, el inodoro goteando las 24 horas del día los 365 días del año, y qué decir del simple hecho de cepillarte los dientes. La llave abierta por un minuto desperdicia entre 5 y 10 litros de agua. (imagínenla embotellada, a ver si así nos da un poco más de amor por ella) si sumamos pequeños desperdicios de agua a largo plazo se amplía la cantidad de agua que se pierde y sin considerar lo difícil de su disponibilidad.
Cuando tengo oportunidad les comparto algunos ejemplos sobre el valor importantísimo del agua en algún momento hipotéticamente de nuestras vidas: Te estás ahogando, algo se te atoró. ¡¡Auxilio, un vaso de agua!! Tu carro sobrecalentado en la calle, ¡Auxilio una cubeta de agua! Caminas y con el viento una basurita en tu ojo, ¡¡Auxilio, agua para enjuagarlo!!
Cierro con un caso que tristemente me tocó ver: Pasando a eso de las tres de la tarde en el ardiente calor por una avenida de la ciudad, afuera de un establecimiento pasaba un perrito -de esos que tanto abundan deambulando por las calles del país- (pero ese es otro tema) desesperado buscando agua, alcancé a vislumbrar que lamía un hilito de agua que algún carro desechó del radiador, una imagen que te apachurra el alma… Sí, no hice nada, (en otras ocasiones me preocupo y me ocupo, la vida lo sabe.) Volviendo al tema del agua… lo que hizo que me acordara de cuántos en sus casas llenando albercas, lavando carros, etc. y tirando el agua que resbala inmisericorde por el asfalto… ¿Y los perritos? ¿Y los árboles? ¿Y las aves que sufren por la bendita agua.
Tengo fe en el despertar de las conciencias de la humanidad, sin rendirnos, de que valoramos este recurso cada vez más escaso. Pero sobre todo que debemos vivir en armonía con nuestro entorno natural.
Gracias. Hasta pronto.