SOPA DEL DÍA

Fraude con notarios

Escrito en OPINIÓN el

Hay oficios que exigen la fe. No la fe religiosa, sino esa fe pública que permite creerle a un señor o señora con traje bien planchado, firma elegante y sello redondo. Hablamos del notariado, donde se firman la compra de casas, se otorgan poderes, se escriben testamentos y, de paso, lamentablemente, también se cometen fraudes.

Y Tamaulipas no es la excepción. De acuerdo a lo que expusieron la semana pasada en el Congreso de Tamaulipas, los pillos han descubierto que es más fácil despojar propiedades con una identidad falsa que robar un banco con pasamontañas.

El fraude notarial se ha vuelto epidemia: doble venta de inmuebles, suplantaciones de identidad, funcionarios fantasmas y escrituras manchadas por la ilegalidad. La ley, mientras tanto, se la pasan por el arco del triunfo.

La diputada Lucero Deosdady Martínez, de Morena, ha lanzado una iniciativa legislativa para ponerle candado a estas prácticas. En una propuesta, sugiere reformar la Ley del Notariado para exigir que los notarios capturen y resguarden datos biométricos —léase huellas digitales, rostros y voluntades— de todo aquel que pise una notaría. Ya no basta con enseñar la credencial del INE y decir “yo soy fulanito”. Ahora se requiere dejar constancia digital de que sí es usted, y no su primo delincuente, quien está vendiendo esa casa en la Madero o en Reservas.

La biometría, nos explican, ya funciona en el sector bancario desde hace años. Si el cajero automático ya sabe quién eres con tu dedo, ¿por qué no el notario? Las huellas no mienten (excepto cuando faltan), el iris no se presta, y el rostro, aunque cambie con la edad y la vida, siempre deja rastro digital. El objetivo, según la exposición de motivos es evitar que un desconocido con papel falso y notario negligente te quite lo que es tuyo.

Esta reforma no solo apunta al Código Penal, también se respalda en el derecho internacional, el artículo 14 constitucional, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, el Objetivo 16 de la ONU y hasta el estándar de progresividad de la Suprema Corte.

Es una oportunidad para devolverle a la ciudadanía la certeza de que sus actos jurídicos son verdaderos, y no simple teatro con papel membretado.

En Tamaulipas, donde la legalidad a veces se firma con los dedos cruzados, esta vez, ojalá, se firme con huella, rostro, y sobre todo, con voluntad verdadera.

¿Usted qué opina?