Hace 71 años, un día como hoy, 29 de junio, pero de 1954, a nuestro rancho se le bañó una grosera inundación, nuestros ancestros casi andaban nadando de puras nailons.
Sí, hoy se rebasan siete décadas de aquella condenada avenida de agua, que de no ponerse buzos nuestros abues y jefes, hoy un servidor no estaría escribiendo estas diarreas mentales, ni ustedes leyendo estas barrabasadas.
Todo este baboso preámbulo sirve para recordar y corroborar que no cabe dudas, que al menos en Nuevo Laredo, el pasado siempre fue mejor y que a nuestro pueblo, lo fregaron, lo pasaron a joder y hasta lo robaron o desmantelaron -así lo sienten nuestros padres y abuelos-, desde que alguien tuvo la graciosa ideota en el año 1978 de que ya no estuvieran más entre nosotros, el señor Agustín Arriaga Rivera (no lo conocimos, ni mucho menos) y su dirigida Junta Federal de Mejoras Materiales (J.F.M.M.)
Hay muchas cosas que recordar de don Agustín, un hombre al que los tostoneros vetarros de este pueblo no tuvimos el gusto de conocer y tampoco vivimos algo directo de “la Junta”
Arriaga Rivera prácticamente es el “Santa Claus” de Nuevo Laredo, la gestión de ese señor, hoy tiene -o más bien, mantiene- de pie a Nuevo Laredo, pues los que fueron los gobiernos burricipales, el wey o la vaca en turno, el o la de cada trienio, todo se lo jambó, no hizo ni mother, ¡pero eso sí, bien que lo facturó, lo cobró y lo liquidó!
El equipamiento urbano de Nuevo Laredo, sobre todo en los años 50 (y que conste que a nosotros no nos habían germinado, no andábamos en los “desos” de mi papá, ni en las trompas de mi mamá, nosotros somos de mitad de los 60) se debe a siete letras; A.A.R y J.F.M.M.
La Planta de Agua (hoy Comapa), el Instituto Tecnológico Regional de Nuevo Laredo, hoy Tec Laredo; el Centro de Salud, teatros y casa de la cultura, calles y avenidas, monumentos, plazas, albercas, escuelas, parques, ni qué decir del drenaje, el alumbrado, pavimentaciones, y todo lo que se le pone a un rancho para progresar (equipamiento urbano o mobiliario, manque no se mueva), todo tuvo que ver la Junta.
Nosotros que sí fuimos a las escuelas de verdad, que sí tuvimos maestros de primaria y secundaria que sí nos enseñaban y que sí nos llevaban a conocer todas esas construcciones arriba citadas, veíamos, leíamos y admirábamos a ese hombre y a esa junta, pues aparecían en todas las placas metálicas (antes de que se las robaran pa´l fierro viejo) que pegaban al frente de tales edificios y sitios.
Después y para fortuna de los purépechas, don Agustín se convirtió en gobernador de Michoacán, huelga decir que los puso en los cuernos de la luna.
Pues bien y sin desviarnos del tema, parece ser que desde entonces y de acuerdo a la inversión emergente de la siempre recordada, amada, extrañada y casi bendita Junta Federal de Mejoras Materiales, no se le ha metido nada al subsuelo de Nuevo Laredo por cuanto a drenajes pluviales, sanitarios y redes de agua potable, salvo este trienio actual y el pasado, (que son los mesmos guindos).
Los gobiernos burricipales en turno, de nuestro ejido, según cuentan los que saben, que desde aquellos tiempos en que las víboras andaban paradas (1978 que desapareció la JFMM), no le han vuelto meter tuberías de drenaje pluvial y sanitario, ni redes de agua potable, sino que todo el presupuesto de la yunta, cada tres años y un quinquenio panoso, todo se lo clavaron.
Hoy se cumplen 71 años de la inundación, del “charquito” que tuvimos en aquel entonces, el agua del río Bravo llegó hasta la Doctor Mier o la González, en otras zonas del pueblo, un poquito más o menos, según la altitud del terreno.
Pero el sistema de drenaje de la JFMM sí hizo su jale esa vez, luego lueguito desafanó la bronca.
Afortunadamente ya se tiene la presa La Amistad (empezada a construir a raíz de esa broncota de aguas que se nos vinieron) pero imaginen ahora ustedes, que esa inundación del 54, hubiese ocurrido en el quinquenio de Enriquecido Rovas, o en el de “El Finadito”, en el trienio de “Ricitos de Oro”, en el de “PP Suaves” o en el de “La Zebra” (un burro que resultó muy rayado), o en el de Lachoman (manque este señor sí hizo jales muy buenos, pero de vialidades, como el Colosio, Puente Tripas y otras brechas bien ponedoras).
Chi Mai que ahorita ya iríamos por el kilómetro 26, quizá las aguas del Bravo ya nos hubiesen parado de nalgas allá por Vallecillo.
No somos nada, y menos seríamos si la JFMM no se hubiese aventado esas obras.
Y si hoy no se le hubiese metido harta lana al drenaje del rancho, en estos recientes últimos cuatro años, con otra venida de agua similar, neta la corneta que Nuevo Laredo se tendría á que cambiar de nombre a Mega Camécuaro, nos pasaría los que la Vieja Ciudad Guerrero, Tamaulipas.
Y solo que nos hubiésemos convertido en anfibios (aunque muchas rucas sí que tienen cara de sapas y unos weyes no niegan ser unos renacuajos) hoy Nuevo Laredo ya no estaría, y a nosotros su raza, ya nos hubiesen cafeteado los parientes que tenemos en otros lares.
De risa en verdad el que en trienios pasados solo vimos una ciudad llena de tubos (como la cabeza de Doña Florinda) sembrados por doquier, y ni qué decir, de calles abiertas como papas al horno, pero fue de puro iris, pues nunca se hizo ni madre.
Los muy ladinos decían que ya habían metido el drenaje, cobraban el jale, pero además, de noche, devolvían los tubos prestados, mismos que también facturaban, así ganaban un feriesón grosero, tanto la alcachofa en turno, como el goberladrón, el dire burricipal de “Sobras Púbicas”, el constructor y la empresa que facilitó la tubería y demás materiales, lo mismo que los ganones de las “mano de chango”, retroexcavadoras, aplanadoras, compactadoras y demás maquinaria pesada.
¿Y la ciudad? La ciudad empinada, sin un inche tubo adentro, todo fue puro Pedro.
Feliz domingo raza, lástima que la JFMM ya no volverá, ni tampoco don Agustín Arriaga Rivera, que no solo construían, sino que además administraban y daban mantenimiento a todo.