COMPARTIENDO OPINIONES

La marcha del sábado

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El sábado pasado fue la llamada “marcha del orgullo gay”, donde se exigió que se les aceptara y no discriminara. En realidad, no hay una sola ley que los discrimine. La igualdad de derechos está garantizada por la Ley aun antes de que existiera esta marcha. Porque el problema está en las personas, no en las leyes. También hay que reconocer el derecho de todo ser humano de pensar distinto. Estar en desacuerdo con la conducta homosexual no es ningún delito. Lo que es delito es cualquier agresión o discriminación por la preferencia sexual. Una religión tiene derecho a considerar los actos homosexuales como pecados, porque existe la libertad de religión (garantizada también por la Constitución y los Derechos Humanos). Lo cual no justifica ningún acto físico contra ellos. Su dignidad nunca se pierde.

Para no caer en malinterpretaciones, veamos lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica al respecto:

“2357. La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves, la Tradición ha declarado siempre que ‘los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados’. Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.

2358. Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.

2359. Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.”

Ante estas enseñanzas, no se rechaza a la persona, sino a los actos homosexuales. El Papa Francisco escribía: “Las personas homosexuales tienen derecho a estar en la familia, son hijos de Dios, tienen derecho a una familia. No se puede echar de la familia a nadie, ni hacer la vida imposible por eso”.

Aunque en un pasado, a homosexualidad se escondía o disimulaba, hoy ha llegado a un extremo en que la desinhibición es considerada hoy como un acto de valentía. Los extremos se han tocado y tienen una actitud en común: la intolerancia. Puede bendecirse al homosexual pero no a los actos homosexuales, esa es la postura de la Iglesia, que, en ningún momento aprueba el odio al pecador.

La libertad, lo sabemos bien, no es sinónimo de libertinaje. Que nuestras ideas no nos dividan sino que, buscando consensos, busquemos el equilibrio tan necesario en nuestra sociedad. Pero en ello, como siempre, usted tiene la última palabra.

Padreleonardo.hotmail.com