Apenas comenzó el año y muchos ya hablaban del “fin del nearshoring”. El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y su agresiva política comercial —basada en aranceles recíprocos, presiones unilaterales y un nacionalismo industrial sin filtros— parecía ser el último clavo en el ataúd de la relocalización regional que tantos beneficios había traído a México en los últimos años.
Sin embargo, contra todo pronóstico, México no solo resistió, sino que nuestras exportaciones y la inversión extranjera directa, crecieron. El “Día de la Liberación” en el que Trump anunció aranceles para un centenar de países, fue para México más que un tanque de oxígeno que fortaleció la importancia del T-MEC.
En el primer trimestre de 2025, México captó 21 mil 400 millones de dólares en inversión extranjera directa (IED), la cifra más alta registrada para un periodo similar, y un aumento del 5.4% interanual. La razón principal: el nearshoring sigue vivo, y más que un fenómeno pasajero, se consolida como una estrategia estructural para muchas industrias globales que buscan proximidad, seguridad jurídica y eficiencia logística en América del Norte. Cifras que fortalecen también al gobierno federal y a la estrategia de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Haciendo un recuento, Trump declaró su “Día de la Liberación Económica”, firmó nuevas órdenes ejecutivas para imponer aranceles del 25% al acero y aluminio, y aranceles especiales a vehículos y productos electrónicos que estuviesen fuera del tratado. Incluso subió el arancel general que paga México para ingresar a Estados Unidos de 0.3% a 3.8%, uno de los mayores aumentos registrados entre los socios comerciales estadounidenses.
Sin embargo, México registró en ese mismo periodo récord de exportaciones a Estados Unidos. De enero a marzo, las ventas externas totales sumaron 149 mil 253 millones de dólares, creciendo 4.0% respecto al mismo trimestre de 2024. De ese total, 143 mil 435 millones fueron exportaciones no petroleras, destacando las manufacturas con 134 mil 004 millones de dólares, de las cuales más del 84% tuvieron como destino a nuestro principal socio comercial.
Sí, hubo nuevos aranceles. Pero también hubo respuestas empresariales inteligentes: 9.9% de nuestras exportaciones ingresaron con preferencia arancelaria vía T-MEC; 74.1% usaron esquemas fiscales alternativos, y solo el 14.6% pagaron algún tipo de arancel especial.
Esto confirma que las cadenas productivas entre México y Estados Unidos no solo están profundamente integradas, sino que tienen la capacidad de adaptarse, rediseñar flujos logísticos, cambiar esquemas fiscales y seguir operando de forma competitiva… incluso bajo presión. Aquí destaco la labor de los agentes aduanales tanto de Estados Unidos, como de México que, en mutua coordinación, han estado trabajando de la mano con los importadores y exportadores rediseñando sus estrategias logísticas.
Es más: mientras el mundo miraba con nerviosismo el endurecimiento de la política comercial estadounidense, México logró revertir su balanza comercial. En el primer trimestre de 2025, se registró un superávit de 1,097 millones de dólares, en contraste con el déficit de 2,706 millones del mismo periodo de 2024. Las exportaciones crecieron más que las importaciones, y eso en un contexto internacional volátil es una gran noticia.
Además, la diversificación industrial es clara. La electromovilidad, el sector eléctrico-electrónico, la producción de dispositivos médicos, maquinaria de precisión y bienes de alto valor agregado están ganando terreno frente a industrias más tradicionales. México dejó atrás hace tiempo la imagen de ser sólo un maquilador: hoy es un socio industrial relevante.
Detrás del éxito comercial están también las aduanas mexicanas, cuyo titular, Rafael Marín Mollinedo, ha sido reconocido en el Senado de la República por incrementar la recaudación y combatir la corrupción. Junto con los agentes aduanales, de enero a marzo de este año, las 50 aduanas recaudaron 336 mil 921 millones de pesos por operaciones aduaneras, un crecimiento real del 21.5% respecto al mismo periodo de 2024.
Frente a un entorno internacional de “guerras arancelarias”, tensiones geopolíticas y cambios abruptos en las reglas del juego, México demuestra que puede jugar inteligentemente. Apostar por el cumplimiento, por la cooperación binacional, por la digitalización aduanera y la profesionalización del comercio exterior es hoy, más importante que nunca.
El nearshoring no ha muerto; está madurando. Las fábricas no regresarán a Estados Unidos por decreto. La competitividad, el acceso al talento, la ubicación geográfica y los tratados comerciales siguen siendo claves. México tiene esos activos y tiene también algo más: una comunidad exportadora resiliente, una red de agentes aduanales que entienden el sistema mejor que nadie y una plataforma industrial en plena evolución impulsada por el Plan México.
Con esto vemos que, en medio del ruido político, el comercio una vez más encuentra su cauce, y México lo va navegando en el sentido correcto.