Como la mayoría sospechaba, Trump parece querer darle reversa a su guerra comercial con China, ahora que ya hay intenciones de sentarse a negociar con el país asiático el tema arancelario.
Si bien en primera instancia su propuesta es reducir de 145 al 80 por ciento el arancel a los productos chinos, y aunque esto no es precisamente revertir o cesar su guerra comercial arancelaria, es un primer paso y una desaceleración, pues para alguien de su perfil, retractarse es un dilema de orgullo.
Obviamente esto parece obedecer más a una presión social y económica de los ciudadanos y empresarios estadounidenses que ya están sintiendo los estragos de estas medidas; que a un plan maestro de algún tipo.
El fenómeno de los anaqueles vacíos parece ya estarse manifestando en algunas tiendas, ahora que el flujo de importaciones de productos de fabricación china se detuvo, y es que empresas como Walmart y Target habían advertido al presidente Donald Trump que esto ocurriría por estas fechas.
Desde juguetes convencionales como carritos y muñecas, hasta electrónicos, utensilios y tantos productos, son fabricados parcialmente y en muchos casos en su totalidad en China, a pesar de que se trate de conocidas marcas estadounidenses o europeas, pues en la mayoría de estos casos, sólo la parte de diseño y mercadotecnia se realiza en esta parte del mundo y la manufactura se lleva a cabo en países asiáticos, incluso la adquisición de gran parte o toda la materia prima.
Bajar de 145 a 80 porciento el arancel sería un paso, pero aún así es necesario reducir aún más ese gravamen y, claro, Trump debe implementar una serie de estrategias para generar empleos e inversiones en su país, pero sin hundir su propio barco en el proceso.