México queda exento de los nuevos aranceles de los Estados Unidos, manteniéndose vigentes las condiciones actuales del T-MEC. Las negociaciones de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo no solo han dado resultado, sino que mantienen vivo el tratado que parecía sucumbir ante los intereses nacionalistas de Donald Trump. Sosteniendo en nuestro país aproximadamente 14.6 millones de empleos vinculados a sectores asociados con la integración comercial con Estados Unidos y Canadá, lo que representa cerca de una cuarta parte de la población ocupada en México.
Cuando Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, escribió en el 2002 una severa crítica al modo en que la globalización ha sido gestionada, especialmente por instituciones como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio, nunca imaginamos que serían las potencias capitalistas las primeras en darle la razón, argumentando el impacto negativo que han sufrido a causa de otros países que aprovecharon las oportunidades de naciones menos favorecidas.
Primero fue el Reino Unido con el Brexit en 2016, cuyo principal argumento era que gran parte de la población británica, especialmente de las zonas industriales afectadas por la desindustrialización, votó por salir de la Unión Europea, culpando a la globalización y a la libre circulación de trabajadores por la pérdida de empleos y el deterioro de servicios públicos.
El presidente de los Estados Unidos, en un acto sin precedentes anunció la “liberación” del país de supuestos abusos cometidos por distintas naciones que comercian con ellos, incluyendo a algunos que poseen tratados de libre comercio. Esta medida establece un arancel base del 10% para todas las importaciones, con tarifas más elevadas para ciertos países específicos: a China el 34% adicional, acumulando un total del 54% al considerar aranceles previos; Vietnam: 46%; 20% a la Unión Europea; 24% a Japón; Taiwán con el 32%; Tailandia con el 36%; a India el 26%; a Corea del Sur 25%; a Brasil, Argentina y a varios países más de América Latina un 10%.
Por fortuna para México, la estrategia impulsada por la presidenta Sheinbaum y el Secretario de Economía ha sido exitosa. Es cierto que los sectores automotriz, acero y aluminio aún enfrentan tarifas del 25% en más del 50% de sus exportaciones, pero ante el escenario que pintaban los nubarrones, todos vemos el sol con gran entusiasmo.
Además, esto no ha terminado, la Presidenta anunció que continuará las negociaciones con las autoridades estadounidenses para buscar la reducción o eliminación de estos aranceles, enfatizando la importancia de proteger los sectores estratégicos de la economía mexicana. Por su parte, Marcelo Ebrard pidió 40 días para ver resultados en estos sectores, recordando incluso que en la balanza del acero y el aluminio somos deficitarios de los Estados Unidos, por lo que los aranceles carecen de sentido.
Mientras tanto, en el mundo, las reacciones no se hicieron esperar, a pesar de las recomendaciones del secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, que pidió a todos los socios comerciales de Washington abstenerse de cualquier contramedida a la avalancha de nuevos aranceles del presidente Trump, porque solo daría lugar a una mayor escalada, perjudicando la economía de sus propios países. China a través del Ministerio de Comercio instó a Estados Unidos a retirar de inmediato estos aranceles y advirtió que implementará contramedidas para proteger sus intereses. La portavoz del ministerio destacó que el proteccionismo no beneficia a ninguna de las partes involucradas.
China calificó los aranceles como perjudiciales para la economía mundial, mientras que los líderes europeos han condenado enérgicamente los nuevos aranceles del 20% impuestos a las exportaciones de la Unión Europea. El presidente francés, Emmanuel Macron, calificó la medida como “brutal e infundada” y sugirió la posibilidad de suspender inversiones francesas en Estados Unidos, además de insinuar la implementación de un impuesto a los servicios digitales de empresas tecnológicas estadounidenses y desde Bruselas ven ya la posibilidad de responder en esta espiral de aranceles.
La Organización Mundial del Comercio, uno de los organismos que se desangran lentamente con esta guerra estadounidense, ha expresado su preocupación señalando que estas medidas podrían provocar una contracción del 1% en el comercio mundial de mercancías durante 2025. Su directora general, Ngozi Okonjo-Iweala, advirtió sobre el riesgo de una guerra arancelaria que desencadenará represalias y una mayor disminución del comercio global.
En general, el malestar con la globalización proviene de la sensación de que los beneficios han sido desiguales y que las instituciones que la han promovido no han protegido a los sectores más vulnerables. Imaginen si esa es la percepción de las potencias, qué pueden decir los países en desarrollo donde como señala Stiglitz, los obligó a imponer políticas neoliberales que dañaron sus economías emergentes en lugar de ayudarlas. Que tuvieron pérdidas de soberanía nacional al haber sido obligados a seguir recetas económicas sin considerar sus contextos específicos, debilitando su capacidad de decidir sobre su propio desarrollo.
México, sin embargo, está demostrando que hay otra manera de abordar el comercio exterior, comenzado a integrar el bienestar social en su estrategia comercial, buscando que la apertura económica beneficie a todos, no solo a unos cuantos. Mientras algunos países se repliegan en medidas proteccionistas y guerras arancelarias, México apuesta por un comercio más equitativo, consciente de que la globalización puede ser una herramienta para el desarrollo cuando se gestiona con visión y justicia. En un mundo donde las reglas del comercio se resquebrajan, México está trazando un camino que equilibra crecimiento con bienestar.
Experto en Comercio Exterior