En el mundo de las aduanas y el comercio exterior, pocas veces hablamos de las cosas buenas que suceden. Se suele poner el foco en los rezagos, en las demoras o en los desafíos logísticos. Sin embargo, detrás de cada operación eficiente y segura, hay empresas y agencias aduanales que, día a día, apuestan por el cumplimiento como su principal ventaja competitiva. Hoy más que nunca, tengo claro esto que hemos manejado en CAAAREM por muchos años: el futuro del comercio exterior será de aquellos actores que estén certificados y que vivan una auténtica cultura de compliance.
Un ejemplo claro es el Operador Económico Autorizado (OEA), un programa internacional de certificación que reconoce a las empresas que cumplen con los más altos estándares de seguridad en sus operaciones de comercio exterior. Aunque en muchos países esta certificación la otorgan las autoridades aduaneras, en México corresponde al SAT, a través de la Administración General de Auditoría de Comercio Exterior (AGACE).
En nuestro país, el 57% de las operaciones de comercio exterior son realizadas por empresas certificadas como OEA. Este dato es contundente: más de la mitad del comercio internacional de México está en manos de compañías que han demostrado cumplir con rigurosos estándares de seguridad, trazabilidad y cumplimiento aduanero. Actualmente, existen alrededor de mil 55 empresas certificadas, la mayoría (61%) en las categorías de importadores y exportadores.
Pero la certificación OEA no es solo un reconocimiento simbólico. Para las empresas, representa beneficios tangibles: menos auditorías, reducción en solicitudes de verificación aduanera, facilidades logísticas, y en muchos casos, acceso preferencial a mercados internacionales. Sin embargo, su mayor valor radica en algo que no siempre se mide en cifras: la confianza.
En tiempos donde el comercio internacional enfrenta riesgos crecientes de contrabando, fraude fiscal y tráfico ilícito, ser parte del universo OEA es una carta de presentación ante autoridades aduaneras, hacendarias y de seguridad de cualquier país. Una empresa certificada envía un mensaje claro: “Estoy comprometida con operar de manera legal, segura y transparente”.
Y este compromiso va más allá de cumplir un checklist. Implica implementar controles internos sólidos, invertir en tecnología de seguridad, capacitar permanentemente al personal, documentar procesos y crear una cultura empresarial donde el cumplimiento no sea una obligación externa, sino un valor interno.
Si a la certificación OEA sumamos otras herramientas como la ISO 37001 (Sistema de Gestión Antisoborno), las empresas mexicanas pueden convertirse en verdaderos modelos de integridad y competitividad global. No se trata solo de ganar beneficios ante la autoridad, sino de construir organizaciones resilientes, confiables y atractivas para socios internacionales.
La cultura del compliance en México todavía enfrenta grandes retos, pero hay signos alentadores de cambio. Cada vez más empresas reconocen que no se trata de “cumplir para evitar multas”, sino de cumplir para crecer. Las mejores prácticas de cumplimiento fortalecen la reputación, abren nuevos mercados, atraen inversiones y, en última instancia, generan valor económico y social.
Desde el punto de vista del consumidor, también es importante hacer conciencia: preferir productos y servicios de empresas certificadas es apostar por organizaciones que contribuyen a un comercio justo, seguro y transparente. Cada compra puede convertirse en un voto a favor de un mercado formal, competitivo y ético.
En un entorno global cada vez más exigente, donde la trazabilidad de las cadenas de suministro y el cumplimiento de normas internacionales son condiciones de entrada, no certificarse no es una opción, es quedarse fuera de la competencia.
Por eso, para nosotros los agentes aduanales el mensaje es claro: la certificación no es un gasto, es una inversión estratégica. Cada vez más importadores desean los servicios de los colegas quienes hacen del cumplimiento su bandera y estoy seguro que las autoridades pronto le darán más valor a este tipo de certificaciones.
Porque en el comercio exterior del futuro, no ganarán los más grandes, sino los más confiables. Y la confianza, como sabemos, se construye con cumplimiento, integridad y responsabilidad.